¿Le ha pasado que no le debe un peso a nadie y mágicamente su teléfono suena un domingo a preguntarle por qué no ha pagado la cuota de su crédito?; ¿se ha ganado pre aprobados de créditos por el “excelente manejo” que le ha dado a su tarjeta; ¿Lo llaman de bancos que ni sabía que existían a ofrecerle “la oportunidad de su vida”?; ¿Alguna vez ha estado reportado en centrales de riesgo porque alguien robó sus datos para obtener productos a su nombre? Señor o señora, usted es de los míos.
Colombia, el país de los matices, se ha convertido en un centro de inteligencia imposible a la hora de llenar un formulario para acceder a un bien o un servicio. Las clausulas, la letra menuda, los fiadores, los acudientes, los representantes y el abogado de turno con el que hay que andar, parecen quedarse cortos a la hora en que los delincuentes con una simple fotocopia de cédula y su tufillo de hampa, vulneran de la forma más simple los requisitos que fomenta la inclemente burocracia que se le imprime a cada tramite.
Esa excesiva desconfianza con el consumidor responsable y titular de cualquier bien o servicio, contrasta vilmente con los accesos y poco control que tienen los mismos promotores de “la perfección” de las solicitudes, otorgadas al criminal de turno que accede en 30 segundos a préstamos millonarios, tarjetas de crédito, arriendos, celulares, planes, compras electrónicas, etc. Perjudicando terriblemente al dueño de sus propios datos y responsabilidades.
No por nada, las centrales de riesgo han implementado desde hace algún tiempo un sistema de alertas en donde cada consumidor que sufra suplantación de datos pueda informar a los bancos o empresas sobre su condición de vulnerado. Los bancos, la industria y el comercio en general tienen clara esta problemática pero en síntesis parecen hacerse los de la vista gorda porque día a día se siguen reportando casos desastrosos de personas que mágicamente aparecen con deudas o embargos de servicios no solicitados y bienes no consumidos.
Más allá de esa responsabilidad de quienes pretenden ser más papistas que el propio Francisco al pedir infinidad de documentos, firmas y huellas para otorgar algo a cambio, las empresas parecen no darse cuenta que entre sus propios trabajadores puede estarse presentando la personificación del delito en las propias oficinas de servicio al cliente. Diariamente cualquier cantidad de datos sensibles, fotocopias y documentos privados son procesados sin un ciclo final entendible en donde abundan millones de solicitudes incompletas, fotocopias no legibles o simplemente procesos rechazados que van a terminar sin temor a equivocarme a la cloaca más prospera para quienes como ratas se alimentan de la información, características y datos de alguien que padece en la legalidad, las inclemencias de los trámites agobiantes.
El anterior escenario, aunque grave y de la mayor importancia, tristemente no es el peor. Los consumidores que no clasifican por alguna razón para obtener un bien o un servicio llegan hasta ahí, hasta la negación y evidente vulneración y no retorno de sus documentos. El tema grave comienza cuando sí le otorgan el crédito, le aprueban la compra o en general, clasifica para lo que comenzó su trámite.
¿Conoce usted la efectiva cartera del banco Citibank por ejemplo? Estos que llaman desde las 6 de la mañana un domingo (el mismo día en que se vence su plazo para pagar) y que el asesor en tono de “la plata es mía”, no del banco sino del asesor; le pregunta: “¿Para cuándo puedo contar con el dinero y por qué no ha pagado?”.
¿Ha sentido el acoso permanente por ejemplo del Banco de Occidente para ofrecerle un crédito “pre aprobado” “por ser un cliente ejemplar” en dónde usted tiene que volver a reunir y diligenciar los documentos que el banco ya tiene y por los cuales le está diciendo que usted es un “cliente ejemplar”?
¿Ha padecido recomendaciones, análisis y cuestionamientos “casi de amantes” (llamándolo hasta cinco veces seguidas) de pagos oportunos por parte del asesor del banco Colpatria, por ejemplo?.
¿Sólo dictando el número de su cédula (un tercero), le han modificado la “actualización de datos” en Bancolombia por ejemplo, para que los recibos y extractos lleguen a direcciones que usted nunca ha imaginado visitar?
Señores de la Policía, Fiscalía, Superfinanciera y Superindustria las verdaderas amenazas a la seguridad personal y vulneración de los consumidores, está en el propio comercio. Lejos estoy de sugerir que los bancos, la industria y las empresas sean cómplices o responsables de esta situación, pero claramente algunos individuos pertenecientes a estas compañías están delinquiendo con total acceso, violando la intimidad y la tranquilidad de los consumidores, no sólo en la suplantación y el excesivo rigor para los buenos y permisividad para los criminales, sino también en la confianza que se han atribuido para implementar los procesos de cobranza, ofrecimientos mágicos de premios, créditos o beneficios; acosando hasta la saciedad a los consumidores que cada vez le dan más la razón a la muy famosa y recordada “Señora Patricia”.
Andrés F. Hoyos E.
Comunicador social y periodista
@donandreshoyos
En el país de los acosos, otro que mata: el bancario
¿Alguna vez ha estado reportado en centrales de riesgo porque alguien robó sus datos para obtener productos a su nombre? Usted es de los míos.
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