SÁBADO, 09 DE DICIEMBRE DE 2023

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Gestión fallida

Hay que superar los huecos que la corrupción ha dejado en la infraestructura vial.

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En un país con grandes retos en la competitividad, pero con escasez de recursos para construir una infraestructura sostenible, se requieren líderes con una concepción del desarrollo más allá de una visión parroquial y alejada de intereses personales y políticos, porque lo que así se hace pronto demuestra su invalidez, su precariedad y su mayor costo-beneficio.

Infortunadamente en Colombia ha predominado esa visión utilitaria y de corto plazo que nos sumerge cada vez más en el subdesarrollo y en el tropicalismo, que desperdicia recursos, y donde la gestión en infraestructura, desde su diseño, ejecución y mantenimiento deja muchos lunares negros.

Sobre la concepción de los proyectos se ha carecido de una visión de gran calado que aunque tengan un mayor valor su eficacia va a ser sostenible. Hay ejemplos muy claros en esta dirección, en Bogotá, con el TransMilenio que quita espacio a la movilidad vial sin desarrollar nuevos corredores con un parque automotor en crecimiento. Sin embargo, medios eficientes de transporte como el metro, tren de cercanías e incluso el tranvía eléctrico estuvieron durmiendo en los anaqueles de los burócratas haciendo cada vez más invivible la ciudad, y lo que más preocupa es que la Alcaldesa actual ya ni se sonroja contratando más ejes de TransMilenio. Sus gritos ensordecen pero no cambian la realidad invivible de Bogotá.

El segundo ejemplo crítico es la tercera calzada de Bogotá a Girardot. Cuando se estaba realizando la doble calzada debió hacerse de una vez la tercera; los daños a la competitividad son incalculables y máxime con un constructor que poco tiene de planeación de obra. Es inconcebible que se cierren tramos sin necesidad y hagan super lento el tráfico en un eje vial de alta importancia.

El tercer ejemplo es el túnel de La Línea que prácticamente lo hicieron en el pico de la montaña con sus efectos graves sobre la movilidad, cuando la proyección inicial era en una cota mucho más abajo. Ello ha traído problemas serios kilómetros antes porque los derrumbes hacen lento el tráfico, muy contrario a lo que se proyectó con la obra. Además de ello, la demora en la construcción de la doble calzada de Ibagué - Cajamarca.

Para completar el panorama, la ruta del Sol ha significado, más que sol, mucha oscuridad contractual, y sin ver en el mediano plazo el tramo más importante para Bogotá, que es Villeta - Guaduas. Es interminable la falta de visión y gestión fallida en este campo.

Pero lo que más inquietudes deja es cómo los distintos gobiernos en los 40 años abandonaron el medio de transporte más eficiente que es el ferrocarril, siendo Colombia uno de los países que contaba con una de las redes más extensas en Latinoamérica, que unía al sur con el norte. Es necesario darle un nuevo auge al ferrocarril moderno con trenes de alta velocidad para potenciar la economía y el turismo. Hay que superar los huecos que la corrupción ha dejado en la infraestructura vial.

JESÚS ANTONIO VARGAS OROZCO
Consultor Desarrollo Empresarial

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