Las implicaciones del paro de ayer tomarán un tiempo para decantarse. Más allá del gran volumen de la participación ciudadana y el balance de orden público, hay interrogantes que aún no tienen respuesta. Uno de ellos es político: ¿Terminará el presidente Duque moviéndose más a la derecha, o accederá a hacer el pacto político que le han propuesto otros sectores para aumentar su gobernabilidad?
El segundo interrogante es de otra índole: ¿cuál será el impacto de todo esto sobre la economía? No me refiero a lo que representa un día como ayer, casi perdido para la actividad productiva y comercial, sino al efecto sobre la confianza de los agentes económicos.
La confianza, que parece un concepto etéreo, juega un papel central en la actual coyuntura del país. De hecho, es uno de los factores clave para que la economía colombiana se haya mantenido firme en el contexto regional, mientras otras como la peruana y la chilena han aflojado el paso.
A comienzo de año se preveía que el dinamismo económico de Perú y Chile estaría cerca de 4 por ciento, pero ahora se proyecta que los dos crecerán menos de 3 por ciento. Mientras tanto, las proyecciones para Colombia se han mantenido estables y siguen apuntando a 3,3 por ciento.
Este crecimiento se diferencia del de otras economías vecinas en cuanto a sus fuentes de dinamismo. Mientras otros países se han movido al ritmo de la economía mundial, por su dependencia de las exportaciones, los motores del crecimiento colombiano son internos: el consumo y la inversión. Para ver el papel dinamizador de estos dos rubros, vale la pena recordar que mientras el PIB creció 3,3 por ciento en el tercer trimestre, el consumo aumentó 4,9 por ciento y la inversión por encima de 5 por ciento en el mismo periodo.
Estos dos componentes de la demanda responden a determinantes distintos. El consumo anda bien gracias en gran medida a que la inflación está bajo control, las tasas de interés estables y el endeudamiento de los hogares en niveles razonables. Claro que acecha el creciente desempleo, pero por ahora el gasto de los hogares sigue avanzando.
La inversión, por su parte, ha respondido de manera positiva a los incentivos tributarios a la compra de bienes de capital previstos en la Ley de Financiamiento, y que probablemente se mantengan en la nueva Ley de Crecimiento que discute el Congreso.
Pero el consumo y la inversión tienen un común denominador: la confianza de los hogares y las empresas en la situación del país. Si se deteriora la percepción de estos agentes económicos sobre el panorama nacional, se desinflaría el globo que ha mantenido en alto a la economía colombiana hasta el momento.
Eso nos lleva de nuevo a la gobernabilidad: habrá que ver si el presidente Duque se la sigue jugando de manera radical por los postulados del Centro Democrático, alienando así a una parte importante de quienes votaron por él, o si tiene en cuenta el clamor de las calles y los resultados de las encuestas, y opta por buscar una mayor gobernabilidad.
Mauricio Reina
Investigador asociado de Fedesarrollo