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Innovación

05 jul 2018 - 11:44 p. m.

‘La locomotora de la innovación no arrancó’

El capitán Alberto Ospina, primer director de Colciencias, dice que no se cumplieron las expectativas de financiamiento para el sector CTI.

Capitán Alberto Ospina, fue el primer director de Colciencias.

Capitán Alberto Ospina, fue el primer director de Colciencias.

Archivo particular.

POR:
Portafolio
05 jul 2018 - 11:44 p. m.

En noviembre próximo se cumple el primer cincuentenario de la creación del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Concyt), “como organismo consultivo encargado de asesorar al gobierno nacional en todo lo relacionado con la política de desarrollo científico y tecnológico del país” y de Colciencias, como institución rectora y ejecutora de esa política. Portafolio habló con el capitán Alberto Ospina, una de las personas que participó en la creación de la entidad, y fue su primer director.

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Hace medio siglo usted estuvo involucrado en la creación de Colciencias. ¿Cómo fue ese proceso?

Su nacimiento fue la respuesta al reto que se presentaba al país con la llegada de la tercera revolución industrial, después de finalizar la segunda guerra mundial. Fue esa la revolución marcada por el avance en las aplicaciones de las ciencias, como la electricidad y la electrónica, la genética, la navegación aeroespacial, la informática y las comunicaciones, generadoras de progreso y cambio.

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El progreso técnico empezaba a verse como el líder de los factores de producción, del crecimiento económico y el desarrollo de los pueblos. Era el arranque de la llamada economía del conocimiento. Para ello había que crear las instituciones nacionales encargadas de impulsar el desarrollo científico y tecnológico del país, y organizar el sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación, Sncti.

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El presidente Carlos Lleras Restrepo creó las bases de la institucionalidad, el Concyt y Colciencias. Tuve la fortuna de haber estado al frente de ese proceso durante buena parte del decenio, y de gestionarlo y dirigirlo hasta su culminación y la puesta en operación.

El país era muy diferente al de ahora. Pero la sensación es que no avanzamos en el tema. ¿Es válida esa percepción?

Sí hemos avanzado, pero muy lentamente. Los países que lo han hecho con mayor rapidez ya nos dejaron rezagados. Miremos, como ejemplo a Corea del Sur comparado con Colombia. En la década de los sesenta, la producción industrial, las exportaciones y el PIB per cápita de Colombia, estaban ligeramente por encima de los de Corea. Pero la locomotora de la innovación y la industrialización coreana, alimentada con buenos recursos para educación, ciencia, tecnología e innovación, caminó más rápidamente. Hoy vemos que Corea supera en cuatro a cinco veces los indicadores de Colombia.

¿En qué hemos fallado de manera protuberante?

No era suficiente con crear y poner a funcionar estas instituciones. Había que definir, implementar y sostener políticas y estrategias, y mantenerlas. Políticas públicas respaldadas y vigiladas por el alto gobierno; disposición de recursos necesarios en la preparación del capital humano; asegurar el avance en los presupuestos y las inversiones; fortalecer la capacidad de investigación; transferir tecnología y crear capacidad tecnológica autóctona; impulsar la innovación industrial, y crear cultura científica.

¿Y por qué nos pasó esto?

Era esencial que el Estado hubiera garantizado la integralidad de las instituciones creadas, y la estabilidad en la dirección y administración de ellas; había que tener mayor consideración con las creaturas: no haberlas sometido a los vaivenes y la voracidad de la política partidista; y no haberles cambiado su dirección ejecutiva ocho veces en menos de diez años.

¿Es un tema de recursos o de políticas?

De ambos. Se ha fallado en los dos frentes. Es esencial, para recobrar lo que se ha perdido, primero recuperar la institucionalidad del sector de ciencia, tecnología e innovación; y, con ella reconstruida, definir una política de Estado, ojalá en consulta nacional, sobre el desarrollo de la ciencia en Colombia.

En segundo lugar, aunque no menos importante, hacerle al sector de ciencia, tecnología e innovación una transfusión de presupuesto que al menos le garantice volver a los niveles que tenía hace cinco años; presupuestos anuales crecientes que nos den esperanzas ciertas de alcanzar inversiones anuales equivalentes o superiores al 1% del PIB. Hace tres años lo que prometió el gobierno como uno de los propósitos de Colombia, porque era necesario para el ingreso a la Ocde.

¿Qué se puede decir sobre el manejo institucional?

En general, la dirección de Colciencias ha tenido un buen manejo, honesto, austero, juicioso y eficaz, con el cual disfrutó de estabilidad en su primera etapa de operación, desde su creación hasta finales del siglo pasado. En sus primeros 15 años de operación, la entidad solo tuvo dos directores. Pero el apoyo de los diversos gobernantes, en lo que va de este siglo XXI, no ha sido uniforme. La estabilidad administrativa de la entidad no ha sido la mejor en los últimos 8 años, lo cual ha mengua el prestigio y la eficacia de la entidad.

¿Se entusiasmó cuando el Santos dijo que la Ciencia y la Tecnología serían una de las 5 locomotoras?

Muchísimo. Nos entusiasmamos todos, nos llenamos de emoción y de júbilo en el mundo académico y científico, en la universidad, en la empresa y en la industria. Pero todo fue flor de un día. La locomotora de la innovación no arrancó y Colombia perdió puntos en los índices globales de innovación, productividad y competitividad.

¿Por qué esto fue así?

Porque no se cumplieron las expectativas de financiamiento para el sector CTI, ni por el lado del presupuesto nacional para ciencia y tecnología que entró en caída libre; ni por la participación en el 10% de las regalías, que se escatimaron al sistema o se retuvieron en parte por trabas burocráticas. También, porque ya el sistema nacional de ciencia, tecnología e innovación, el SNCTI “hecho trizas” de que hemos hablado, estaba casi desintegrado: se había acabado con el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, sin decirlo explícita o legalmente, y las funciones misionales del sistema, habían sido pasadas a otros departamentos administrativos o ministerios, casi sin que el alto gobierno se diera cuenta.

¿Qué consejo gustaría darle al Presidente electo sobre estos temas?

El señor presidente Duque ya tiene, en su futuro equipo de gobierno, sabios colaboradores en los diversos campos de acción que le toca enfrentar. Por ello, más que consejo, quiero solo ofrecerle las ideas aquí expresadas. Estoy seguro de que él y sus colaboradores, podrán conformar una ‘selección Colombia’ para rediseñar el sistema y meterle goles al subdesarrollo.

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