Las revueltas contra una serie de gravámenes estallaron con protestas de los productores de Bretaña contra un impuesto sobre el transporte en camiones el 27 de octubre, que dejaron un saldo de varios heridos, y de los clubes de fútbol que se niegan a jugar una ronda de partidos del campeonato en noviembre para oponerse a un impuesto sobre los salarios superiores a un millón de euros (1,38 millones de dólares).
Hollande ha dicho que no cambiará su posición con respecto al impuesto millonario, pero que su gobierno conversará con los legisladores de Bretaña esta semana respecto del gravamen sobre el transporte en camiones.
El presidente socialista, que recurrió a impuestos más altos para reducir la brecha presupuestaria del país, dio un paso atrás con respecto a otros gravámenes en razón de las objeciones. El 27 de octubre, abandonó un plan destinado a elevar la tributación sobre los ahorros, apenas semanas después de haber dado marcha atrás con un nuevo gravamen sobre las ganancias corporativas.
Los giros de 180 grados han mellado su credibilidad en momentos en que la economía se recupera y llega a su fin un avance de dos años del desempleo.
“El efecto acumulativo de estos retrocesos es que confirman a los ojos de muchos votantes que al gobierno le cuesta mucho gobernar”, dijo Bruno Jeanbart, director de la encuestadora con sede en París OpinionWay. “Hasta los simpatizantes de Hollande ponen en duda que esté a la altura de la tarea. El problema del presidente es que cada vez que hay una buena noticia, se ve empañada por errores políticos”.
El nivel de aprobación de Hollande cayó 3 puntos hasta 26 por ciento en octubre, según OpinionWay. Entre los socialistas, el nivel de aprobación de Hollande se desplomó desde un 90 por ciento cuando asumió la presidencia en mayo de 2012 hasta 52 por ciento. OpinionWay encuestó a 1.008 electores por teléfono entre el 8 y el 10 de octubre. El sondeo tiene un margen de error entre 2 y 3 puntos porcentuales.
DESCONTENTO GALO
Las revueltas reflejan el descontento con los impuestos que tuvieron un incremento de 70.000 millones de euros en tres años. La carga fiscal de Francia alcanzó 46,3 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) el año pasado, dos puntos porcentuales más que en 2011 cuando ya era la tercera más alta del mundo detrás de Bélgica y Dinamarca, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (Ocde).
“No hay más margen para aumentar los impuestos”, dijo Laurent Dubois, profesor del Instituto de Estudios Políticos en París. “Los franceses sienten que los impuestos suben y el poder adquisitivo baja. Votaron por Hollande creyendo que podían permitirse la austeridad, que los ricos pagarían. Ahora se dan cuenta de que no es posible. No hay suficientes ricos”.
El ministro de Finanzas Pierre Moscovici, quien señaló en agosto que entendía que la gente estuviera “harta” de los impuestos, dijo el 27 de octubre que la decisión de abandonar un proyecto de aplicar un gravamen retroactivo más alto a los planes de ahorro para las compras de títulos y casas muestra que el gobierno “es sensible a las tensiones” y que está “abierto al diálogo”.
“Demostrar que podemos escuchar lo que está pasando en un país que está tan frágil, es una virtud”, afirmó Moscovici en la radio 'Europa 1'.
Bloomberg