La principal economía de América Latina, Brasil, asume este domingo las elecciones más importantes en los tiempos recientes, marcados por un inclemente desafío económico de reactivación y control de la inflación; así como de la conservación de la democracia, amenazada por una polarización marcada en su sociedad.
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Brasil cuenta con un sistema presidencialista que se desarrolla en dos turnos, el primero, este domingo y, en caso de que ningún candidato consiga el 50% se desarrollará una segunda vuelta el 30 de octubre.
Las votaciones en el primer turno serán a presidente, gobernadores de los estados, diputados federales, diputados estatales y parte de la cámara del senado. La disputa central es entre Jair Bolsonaro, actual presidente, y Luiz Inácio Lula da Silva, expresidente de la nación (2003-2011).
Para estos comicios están disponibles para votar 156.454.011 de ciudadanos, de los cuales el 52% son mujeres. El voto es obligado para mayores de 18 años y opcional para los jóvenes de 16 y 17 años y los mayores de 70 años.
“Esta es una de las elecciones más trascendentales de los últimos años, resultado de el punto de inflexión que enfrenta Brasil junto con la preocupación por lo que pueda suceder el día de las elecciones y en los días posteriores. Esta incertidumbre, combinada con las tendencias globales (...) sugiere que después de las elecciones, Brasil tiene la oportunidad de intensificar los esfuerzos para fortalecer sus instituciones y recalibrar su democracia para enfrentar los desafíos nacionales y globales”, señaló en un reciente informe Valentina Sader, directora asociada del Centro Adrienne Arsht para América Latina del Atlantic Council.
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Tal y como recuerda Gabriel Bayarri, especialista es estudios sobre la extrema derecha latinoamericana, desde el 2013 el país ha sufrido una serie de eventos convulsos, como el terremoto judicial de Lava Jato, la destitución de Dilma Rousseff, las manifestaciones de 2013 y 2014, la intervención en el estado de Río de Janeiro o hasta la misma prisión de Lula. “La campaña efectivamente está altamente polarizada”, mencionó el experto, para quien además hoy en día el espacio de disputa se traslada hasta las redes sociales con desinformación y los eventos concretos donde se extrapolan los asistentes.
A estos escenarios se le suma que Jair Bolsonaro ha realizado comentarios que dejan en entrever que no reconocería otro resultado que no fuese su victoria con un 60% de los votos, así como constantes críticas al sistema electrónico empleado para los comicios del domingo.
Sin embargo, de acuerdo con las más recientes encuestas, el expresidente da Silva se encuentra en una posición de ventaja, ya que muchos adelantos le dan más del 50% (ver gráfico). Bayarri, también investigador de la Universidad de Londres, profundiza en que según los sondeos, Lula gana ampliamente en el electorado más vulnerable, por ejemplo, con un 57% en los electores que ganan hasta dos salarios mínimos (US$500), mientras que su rival político conseguiría el 46% de los apoyos en las personas que reciben entre cinco y diez salarios mínimos.
De acuerdo con los analistas, que el expresidente brasileño tenga el timón de las encuestas debido a la utilización de un discurso nostálgico. “Durante sus años, el PT promovió una serie de políticas neokeynesianas que facilitaron la integración de las clases más bajas en el sistema de consumo. A pesar de los casos de corrupción de su partido, las personas recuerdan esa época como años de bonanza”, mencionó Gabriel Bayarri.
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En este concepto también coincide Leandro Lima, analista de Brasil para Control Risks. “Me parece que el país llega a estas elecciones bajo un escenario social y económico muy complejo, sobre todo por crecimiento muy ralentizado y una inflación relativamente alta para el promedio de las últimas dos décadas (...) El tema económico es el principal problema para la reelección del actual presidente y también el principal punto a favor de Lula ya que todavía existe en parte de la ciudadanía una memoria de los tiempos de su gobierno en el que el país pasó por un crecimiento económico muy importante”, señaló Lima.
Para el experto, la inflación de los alimentos será un punto clave que pese en la decisión -o el bolsillo- de los ciudadanos al momento de emitir su voto. Aunque se ha ido reduciendo por diversas medidas gubernamentales, la inflación a mediados de septiembre alcanzó el 7,96% (12 meses).
Entre los planes económicos de Lula se destaca un mayor gasto público producto de recuperar algunos programas sociales que frenó el actual gobierno, como el subsidio a los medicamentos para la población más vulnerable. Asimismo, desde Control Risks estiman que Lula no suspendería las iniciativas de privatización de infraestructura nacional, pero sí en la posición del gobierno sobre las estatales brasileñas, como la energética Petrobras.
Bolsonaro buscaría continuar su política de reformas para reducir el tamaño del Estado, una propuesta que viene desde 2018. “A pesar de esto, la capacidad para ejecutarlas es limitada”, dijo Leandro Lima.
Roberto Casas Lugo
PORTAFOLIO