Estados Unidos ya se ha convertido en el epicentro del coronavirus. De igual forma, Donald Trump, mientras China y Europa sufrían la expansión, minimizó la gravedad de una crisis que, a su vez, llevará al país a una fuerte recesión. Estos y otros aspectos le pueden costar la reelección que tendría lugar en noviembre.
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De los más de 2’100.000 casos en el mundo, más de 650.000 están en EE. UU. (superior a España, Italia, Francia y Alemania juntos), mientras que registra ya más de 30.000 fallecidos.
Al mismo tiempo, según el FMI, su economía presentará este año una contracción de 5,9%, un déficit fiscal de -15,4% y una deuda sobre su PIB de 131,1%. Además, en tan solo tres semanas de marzo se reportó la destrucción de 22 millones de puestos de trabajo.
“El coronavirus será el aspecto determinante, pues no hay un tema con mayor importancia, dado que golpea la economía, el empleo, la salud y la seguridad. Por esto será clave, y más porque ahora Trump parece tener todo en contra por las críticas a su gestión y su tardía reacción”, apunta Mauricio Jaramillo Jassir, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad del Rosario.
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Esta visión de la gestión que está haciendo ya se ve reflejada en los sondeos. Frente a marzo, cuando una mayoría de estadounidenses apoyaba el manejo de la situación, ya solo 42% cree que el camino es correcto, pero 54% lo ve erróneo, según Reuters e Ipsos.
En este sentido, la aprobación de Trump también ha sufrido un revés. Mientras que hace unas semanas logró subir su popularidad a prácticamente 50%, la última encuesta de Gallup ubica al Presidente con una favorabilidad de 43%.
Otro de los aspectos clave que suele tener un gran impacto en las elecciones es el voto económico, el cual está dirigido por la percepción de la economía. No obstante, junto con las malas cifras que se esperan, también está el agravante de que 57% de estadounidenses está muy preocupado por la situación, mientras que 29,9% lo están de una forma moderada.
Eso contrasta con el temor que hay en el país sobre la infección, pues solo 33,7% asegura que la preocupación es alta. Todo esto según FiveThirtyEight.
Asimismo, la intención de voto de cara a las elecciones de noviembre tampoco favorece al mandatario. Según el promedio de RealClearPolitics, que toma todas las encuestas recientes, Joe Biden lograría 47,3% de los sufragios, mientras que Trump llegaría al 41,8%.
De hecho, salvo en la encuesta de Fox, que pronostica un empate de 42%, todas las demás (más de seis sondeos) le otorgan a Biden una ventaja de 5% o más. Cabe resaltar que Bernie Sanders y Elizabeth Warren, los grandes rivales que tenía el demócrata, anunciaron su apoyo.
“Biden tiene todo a su favor, pues además de la mala gestión de Trump, se suma el discurso demócrata a favor de una sanidad universal como defendían Barack Obama y, en menor media, Bill Clinton. La crisis actual pone en duda que el sistema liberal republicano, de la mínima intervención, sea el mejor”, apunta Jassir.
Eso sí, pese a todo esto, el demócrata no tiene, ni mucho menos la victoria asegurada. Según David Schultz, profesor de ciencias políticas de la Universidad de Hamline, en Minnesota, “la batalla entre Trump y Biden se reducirá a un puñado de estados cambiantes, pues el presidente no es elegido por la gente, sino por el colegio electoral. Biden tiene una gran ventaja de voto popular y se espera que consiga incluso más que Clinton en 2016. Mientras, en los estados cambiantes, lo clave será cómo Trump maneja la pandemia de coronavirus. Los comicios iban a ser un referéndum sobre Trump, pero ahora lo serán sobre su gestión de la crisis y de la economía, pues él logró su presidencia por sus promesas de mejorar el desempeño, y lo ha perdido. Otro aspecto es que el coronavirus le ha dado poca visibilidad a Biden, lo que dificulta su campaña”.
Rubén López Pérez
