Desde que se empezaron a ver los primeros síntomas económicos de la pandemia en el mundo, la gran esperanza es que al desplome que habrá este año le siguiera una rápida recuperación en 2021.
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No obstante, los impactos mayores a lo esperado en el PIB, las dificultades que enfrentarán algunos sectores para volver a la normalidad y la ruptura del tejido laboral y empresarial son algunos de los factores que hacen que hoy en día ese panorama se vea como demasiado optimista.
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Y este debate se ha disparado. El presidente de la Reserva Federal de EE. UU., Jerome Powell, apuntó el fin de semana que la recuperación podría retrasar su inicio hasta finales de 2021, mientras que ayer, la directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva, agregó que es improbable que el repunte tenga lugar el año próximo. Otros emisores señalan en esa dirección, como el Banco de España, que estimó una contracción peor de lo esperado y advirtió que la mejora será insuficiente para compensar la recesión.
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De hecho, como apuntó Georgieva, en las próximas semanas el organismo revisará a la baja sus recientes perspectivas de 2020, al tiempo que también se vería afectado el dato de recuperación para el próximo año. Cabe recordar que el FMI espera una contracción internacional de 3% este ejercicio y un repunte de 5,8% el próximo, cifras que no se cumplirían. Para Colombia el pronóstico es una baja de 2,4%, seguida de un repunte de 3,7%.
Así, se establece en el mundo un debate acerca de qué tan rápida sería esta mejora. Según Òscar Jordà, economista de la Universidad de California y asesor de la Fed de San Francisco, “las posiciones dependen de a quien se le pregunte. Aquellos que estaban prestando atención a los expertos en virología entendieron con claridad la incertidumbre sobre el desenlace, que la situación no se arreglaría con rapidez y que es necesario mantener las políticas de alejamiento. Por el otro lado, los agentes políticos, como es natural, tienen incentivos a ser mas optimistas”.
Frente a este panorama en el mundo, la pregunta es qué comportamiento registraría la economía colombiana, pues las perspectivas en el país aún pasan porque haya esa caída fuerte en 2020, que estaría en un rango de entre 2% y 7% según las autoridades, y una recuperación en el 2021 que podría ir desde poco más de 2%, hasta superar el 4%, según las previsiones que se tomen de referencia.
De acuerdo con Mauricio Reina, investigador asociado a Fedesarrollo, “la recuperación de la economía colombiana dependerá de varios factores desde los que arranque: en primer lugar, los datos del PIB del primer trimestre no son alentadores, con una caída mayor de lo esperado. Sumado a esto, será clave ver cuántos empleos se pierdan, pues cuanto mayor sea la ruptura del tejido laboral, más difícil será mejorar. Los subsidios han sido tardíos, pero necesarios, por lo que su rápida implementación también es importante. Y, por último, habrá que ver si hay más cuarentenas en el país, de momento la perspectiva es buena, pero no podemos descartar una o dos más”.
Sin embargo, no se puede desconocer que el peor panorama internacional podría demorar los esfuerzos de recuperación nacionales. Como agrega Reina, “si se materializa una recuperación más lenta en Estados Unidos, eso tiene impacto en el proceso de mejora en el resto de países del mundo, pues ralentiza la mejora en los precios de los commodities y del comercio exterior, y por tanto también retrasaría la recuperación del PIB de Colombia. Además, si se da esa situación en la primera potencia del mundo, sería un indicador de la gran dificultad de conciliar políticas de sanidad pública con la salud de la economía, con el agravante de que ellos pueden endeudarse más que nosotros para estimular el repunte”.
De momento, el impacto en el PIB del primer trimestre fue mayor de lo esperado, pues apenas dos semanas de marzo bastaron para bajar el crecimiento económico desde más del 3% que se esperaba, hasta 1,1%, pese a que en los meses previos se venía registrando un dinamismo de 3,5% en enero y de 4,8% en febrero.
Eso sí, algunos expertos empiezan a ver algunas mejoras, lo que da cierto optimismo en cuanto a una recuperación no tan lejana. “Podemos observar que la demanda de energía, mientras que en el peor momento cayó un 15% en la segunda semana de abril, a mediados de mayo ese descenso ya es de 7%.
De igual forma, en el indicador de movilidad por la georreferenciación de Google, en el punto más crítico la bajada fue de 70%, mientras que ahora está entre 55% y 60%, lo que tiene que ver con el curso de la reactivación”, indica Camilo Pérez, gerente de investigaciones económicas de Banco de Bogotá.
FORMA DE RECUPERACIÓN
Como se ha dicho, gran parte de la mejora que se registre en 2021 dependerá de qué tan fuerte sea el impacto este año. Y de momento parece que el segundo trimestre no lo pondrá fácil.
Al igual que ocurre en Estados Unidos, país en el que la Fed espera una caída del PIB de alrededor de 30% en el segundo semestre y un desempleo que podría superar el 25%, en Colombia el impacto será enorme. Diversas estimaciones de expertos como la de Credicorp Capital ubican la contracción en estos tres meses en alrededor de 13%, mientras que tan solo en abril podría ser de 20%. Fedesarrollo también plantea un panorama con una pérdida de 25% o 30%.
Esto hace que las formas de la recuperación que se vaya a dar aún son una incógnita. De acuerdo con Jordà, en el mundo se puede esperar “una forma de ‘V’ (caída y recuperación rápidas), pero que hasta cierto punto podría tornarse más en una ‘L’ (pérdida rápida y mejora lenta). Es cierto que esta vez hay cierta esperanza de que se puedan recuperar rápido las relaciones económicas, pero también muchas empresas saben que no se podrá volver al statu quo”.
Esto también se vería aterrizado a Colombia. Como señala Pérez, “algunos sectores se recuperarán más rápido y otros como turismo o aerolíneas, tardarán meses o años en volver a la normalidad. En el agregado se espera una recuperación en forma de ‘U’, pero esta será deforme, pues la segunda pata de la letra, la que corresponde a la recuperación, no llegará al mismo nivel que antes. No se consumirá igual, muchas empresas dejarán de hacer inversiones y habrá un mayor desempleo”.