Cuba y la Unión Europea (UE) abrieron un nuevo capítulo en su relación al consensuar un acuerdo de diálogo político y cooperación, que permitirá superar dos décadas de “posición común”, la restrictiva política europea que condicionaba los contactos con la isla a avances en derechos y libertades.
Las partes rubricaron ayer el documento de ese acuerdo bilateral que culmina dos años de negociaciones, aunque se inicia ahora un proceso de consultas a altas instancias, tanto en Cuba como en la UE, que llevarán a la firma definitiva y ratificación del tratado.
La jefa de la diplomacia europea, Federica Mogherini, y el canciller de Cuba, Bruno Rodríguez, presidieron ayer en La Habana el acto formal de la rúbrica del documento, que sellaron los jefes negociadores: Christian Leffler, secretario general adjunto para Asuntos Económicos y Globales del Servicio Europeo de Acción Exterior, y el vicecanciller cubano, Abelardo Moreno.
La alta representante de la UE para Política Exterior señaló en su intervención ante la prensa que el acuerdo con Cuba -único país de Latinoamérica con el que el bloque no tenía un convenio semejante- “sienta las bases que permiten poner fin a la posición común”, aunque el abandono formal de esa política necesita la aprobación del Consejo Europeo (CE).
Mogherini explicó que la ratificación del acuerdo bilateral suscrito ayer implicará “de facto” el fin de la “posición común”, aunque formalmente requiere el beneplácito de todos los Estados que integran el Consejo. Por ello anunció que, a su regreso a Bruselas, va a proponer al Consejo Europeo iniciar “en paralelo” las discusiones sobre este asunto, para que la decisión sea tomada a tiempo para la ratificación del acuerdo de diálogo político y cooperación.
Sobre este asunto, el canciller cubano, Bruno Rodríguez, señaló que la posición común “dejó de ser común hace mucho tiempo”, cuando en 2008 Cuba restableció la cooperación con 19 Estados miembro del bloque comunitario, aunque matizó que el fin de esa política permitirá que las partes se planteen “objetivos ambiciosos” en esa “nueva etapa en su relación”.
En virtud de esos convenios con países del bloque, la UE ha destinado desde 2008 más de 110 millones de dólares de ayuda a la isla; es su segundo socio comercial, principal inversor extranjero y tercer emisor de turistas detrás de Canadá y América Latina. “Este es un paso sin precedentes en la historia de los vínculos entre Cuba y la UE. Esperamos que los procesos de consultas sean expeditos y permitan la firma del acuerdo pronto”, subrayó.
Mogherini y Rodríguez también celebraron una sesión de diálogo político ministerial, que ambos acordaron retomar en abril de 2015, después de que estos contactos de alto nivel fueran suspendidos por la UE en 2003, a raíz de la oleada de represión en la isla conocida como la “Primavera Negra”. En la reunión, se abordaron también asuntos de la agenda bilateral, como la actualización de la economía cubana o la crisis de los refugiados en Europa; además de otros temas como la situación en Venezuela y los diálogos de paz de Colombia.
BANCO CENTRAL EUROPEO TIENE CON QUÉ LOGRAR MÁS INFLACIÓN
El Banco Central Europeo (BCE) no se ha quedado sin herramientas para impulsar la economía y seguirá respaldándola hasta alcanzar el objetivo de inflación de cerca del 2 por ciento, afirmó el ayer Erkki Liikanen, miembro del Consejo de Gobierno de la institución.
Liikanen, que también es gobernador del Banco Central de Finlandia, se unió al coro de funcionarios que defendió al BCE y su último paquete de medidas de estímulo después de que el presidente de la entidad, Mario Draghi, sorprendió a los inversores el jueves pasado aparentando descartar mayores reducciones de las tasas de interés.
“Hicimos lo esencial en esta situación, pero está claro que la capacidad de actuación del BCE no se ha acabado”, dijo Liikanen en una entrevista con el canal finés MTV. “Tenemos la capacidad y las herramientas si es necesario”, agregó.
Internacional
11 mar 2016 - 11:23 p. m.
Cuba y la Unión Europea firman
acuerdo para normalizar relaciones
La ratificación del acuerdo implicará el fin de las diferencias, aunque
formalmente requiere del beneplácito de todos los Estados del Consejo.
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