A raíz de la protesta de Colombia por el trato recibido por el expresidente Andrés Pastrana en su visita de la semana pasada a Caracas para pedir la libertad del opositor Leopoldo López, y por la respuesta venezolana de un ‘deterioro’ en las relaciones con Colombia, las fuerzas vivas de Norte de Santander han declarado que esperan que la situación no pase a mayores y que sea solucionada por los canales adecuados.
Los habitantes de la región fronteriza saben que el régimen chavista suele solucionar cualquier impase entre ambos países cerrando la frontera por tiempo indefinido. Sin embargo, esta vez la situación es diferente para los comerciantes cucuteños, pues se acostumbraron a vivir sin el cliente venezolano, que por el bajo nivel adquisitivo del bolívar no pueden comprar en Colombia. Además, el Gobierno del país vecino aplicó desde agosto pasado el cierre nocturno de la frontera.
Así mismo, tampoco se ven perjudicados por el paso de contrabando desde Venezuela, ya que ese país ha implantado estrictos controles contra los colombianos. Muestra de ello es que se han presentado decomisos de pequeños artículos como una bolsa de pan.
En cambio, el contrabando en grande, el de los camiones, sigue pasando ya no por las trochas que solían usar (las cuales fueron destruidas en su mayoría por las fuerzas militares de ese país) sino por los puentes internacionales, según lo aceptó el propio alcalde de la población venezolana fronteriza de Ureña, Alejandro García.
El mandatario local le pidió a las autoridades militares venezolanas ejercer un mayor control sobre sus propios miembros, “ya que algunos de ellos se venden a los contrabandistas por unas monedas”.
El contrabando sigue pasando en sus ‘justas proporciones’, pues solo cayó 30 por ciento tras el cierre fronterizo y luego del resto de medidas rimbombantes anunciadas por el gobierno venezolano. En Cúcuta todavía se encuentran casi todos los productos de ese país, excepto que son $1.000 más caros que hace seis meses.
Los diferentes gremios de Cúcuta han destacado en los últimos meses la forma en la que el comercio ha vuelto a repuntar con los compradores locales. En diciembre pasado, las ventas de ropa aumentaron un promedio de 15 por ciento, así como lo hicieron la de los útiles de aseo y alimentos en un promedio de 20 por ciento, después del cierre nocturno de la frontera.
Incluso la inflación durante el 2014 para Cúcuta fue de 2,87 por ciento, después de dos años de presentar cifras negativas debido al contrabando desde el vecino país.
Los venezolanos ya no vienen a comprar y los cucuteños, según aseguran, tampoco van a Venezuela por no verse en la humillación de que les quiten una bolsa de pan. Además, el comercio al detal entre las dos naciones ha estado estancado por más de seis meses.
Por primera vez en muchas décadas, un amago de crisis diplomática entre los dos países ya no asusta a los cucuteños.
Los ciudadanos, la dirigencia y los gremios respiran tranquilos porque Venezuela ya no es esencial para la vida de la ciudad y además no desean que lo vuelva a ser.
RETRATO DE LA ESCASEZ EN LA VENEZUELA SOCIALISTA
En medio de la carencia, la oposición cuestiona al gobierno venezolano por despilfarrar la bonanza petrolera.
Un tuit de la revista satírica El Chigüire Bipolar ilustra el frenesí que desata la escasez de productos básicos en Venezuela: “por los próximos 2 minutos hay desodorante en el Farmatodo de la esquina”. Nadie (o casi nadie) está exento de la escasez y de su paisaje desolador, de larguísimas colas de caras frustradas frente a los supermercados y de estantes vacíos donde no se encuentra leche, papel higiénico o detergente.
Si un producto escaso desde hace semanas llega de repente a un establecimiento, en pocos minutos será enorme la fila de gente que llega atraída por el ‘boca a boca’, el celular y los mensajes de “hay jabón en tal lugar” en grupos de aplicaciones de mensajería instantánea y redes sociales.
“Cuando la gente no está segura de que pueda comprar los productos la próxima vez que acuda al supermercado, está dispuesta a comprar más de lo que necesita y acumular inventario en su casa. Es algo instintivo”, explica a la AFP el economista y consultor Ángel Alayon.
LA TORMENTA PERFECTA
Un economista de una reconocida institución internacional en Caracas, quien pidió mantener su nombre en reserva, advirtió que “si a las políticas intervencionistas del chavismo, que desincentivan la producción nacional y hacen a Venezuela todavía más dependiente del petróleo, le sumamos que en 2015 entrarán muchos miles de millones de dólares menos por la caída del petróleo y que el gobierno tiene que pagar más de US$10.000 millones en vencimientos e intereses de la deuda, tenemos la tormenta perfecta”.
El gobierno del presidente socialista Nicolás Maduro, que anuncia importaciones masivas de alimentos y organiza mercados populares a precios subsidiados, atribuye la escasez a una “guerra económica” orquestada por la ultraderecha venezolana y el sector empresarial para desestabilizar a su gobierno.
Pero sus detractores acusan al chavismo de haber despilfarrado la mayor bonanza petrolera de la historia del país con un sistema que fomenta la corrupción, la venta ilegal y el contrabando. “En los últimos diez años han entrado a Venezuela más de 700.000 millones de dólares y aquí no hay desodorante”, dijo el líder opositor, Henrique Capriles.
El mismo gobierno reconoció el año pasado que 20.000 millones de dólares a valores subsidiados y previstos para importaciones habían sido asignados a empresas fantasma.
Pedro Vargas Núñez
Especial para Portafolio
Con información de AFP