El encuentro de Donald Trump con el resto de líderes de las principales potencias en el G7, que acabó ayer, despertó las menores expectativas de conflicto de los últimos años, en los cuales esa cumbre se convirtió en un ‘ring’ en el que el mandatario emitía duras críticas a distintos países.
(Lea: Trump, en medio de promesas, deja a Estados Unidos inquieto)
Esta vez no fue así, el Presidente cambió su guión y, al menos por el momento, empezó a hacer las paces con el resto del mundo.
(Lea: Líderes del G7 acuerdan ayuda de urgencia para Amazonía)
El mejor ejemplo es que frente a la edición anterior de Canadá, en la cual Trump abandonó antes de tiempo y con fuertes ataques al resto de miembros del grupo, en esta ocasión lo primero que hizo fue resaltar la “gran unidad” en el evento. A eso se sumaron un buen número de mensajes positivos y acuerdos bilaterales.
(Lea: EE.UU. y Japón cierran nuevo acuerdo comercial)
El gran ausente de esta cita fue China, que no forma parte del G7. Sin embargo, en el cierre de la cumbre, Trump recogió las palabras del gobierno asiático y aseguró que “se puede decir que estamos teniendo conversaciones muy significativas, mucho mas significativas que en cualquier momento, francamente”. Eso, tras afirmar que el presidente Xi Jinping es un “gran líder” y un “hombre brillante”.
El mercado tomó bien este nuevo acercamiento y Wall Street terminó el día con un avance de 1,05%, mientras que el S&P500 subió 1,10%. Salvo Londres, las bolsas de Europa también cerraron la sesión en positivo.
Los expertos ponen de relieve el cambio de opinión de Trump. “Lo que hemos visto es una especie de flip flop que llaman en EE. UU o rollback en ciencia política, algo que se suma a que también dijo que suspendería temporalmente algunos aranceles por la temporada navideña.
En época electoral no es buena idea que los precios de los bienes suban para los consumidores - votantes (pocketpolitics), y creo que los impuestos ya están encareciendo ciertos productos, sobre todo aquellos que precisas de acero para su manufactura”, explica Gabriel Jiménez Peña, profesor de la facultad de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Universidad Javeriana.
ACUERDO CON FRANCIA
Pero cabe destacar que el nuevo acercamiento con China no fue la única buena noticia. Ayer, Trump y su homólogo francés, Emmanuel Macron, sellaron otra tregua en relación con el impuesto digital, muy criticado por Trump en las últimas semanas.
En concreto, ambos países acordaron el desarrollo de una tasa internacional para las grandes tecnológicas y que, en el momento en que esta sea creada, Francia reembolsará lo que cobre hasta ese momento. Esto frenaría las amenazas de EE. UU. de imponer aranceles a la economía europea, los cuales iban a ir dirigidos a productos como el vino o los quesos.
Por otra parte, se evidenciaron avances desde el lado de las relaciones entre Estados Unidos y Japón, pues el domingo ambos firmaron un principio de acuerdo comercial, que incluye temas como la agricultura, aranceles industriales y comercio digital.
Y aunque el pacto no contempla los automóviles, un sector amenazado por Trump, fue visto como un primer paso para evitar una guerra comercial con la otra potencia asiática. El pacto se firmará el mes que viene en la asamblea de la ONU, en Nueva York.
POSIBILIDAD CON IRÁN
Otra de las noticias que se vio de manera positiva es la posibilidad de que se produzca un encuentro entre Donald Trump y el presidente de Irán, Hasán Rohaní, una opción impulsada por Macron y que, de salir adelante, podría rebajar una de las principales tensiones que hay a escala internacional.
“Si las circunstancias son correctas, estaría ciertamente de acuerdo (en reunirme con Rohaní)”, aseguró Trump, ante la posibilidad de un encuentro que se podría cerrar en las próximas semanas. Ayer también, Rohaní dijo que se reunirá con cualquier persona que suponga un beneficio para Irán.
Eso sí, a pesar del mayor ánimo conciliador de Trump, no todos son tan optimistas en cuanto a su menor confrontación. Raj Bhala, profesor distinguido de derecho internacional de la Universidad de Kansas, apuntó que: “No creo que el Presidente esté relajando la llamada campaña de “máxima presión” contra Irán, ni se está alegrando a China con respecto a la propiedad intelectual y el comercio. Sin embargo, está dispuesto a hablar”.
Por último, Jorge Restrepo, director del Cerac, señala que “a Trump lo mueve la valoración sobre el mercado. El resultado de sus comentarios lo ha llevado a echar reversa. El lo venderá como un resultado positivo de sus amenazas, sin embargo, el impacto negativo de sus anuncios se verá sin duda, principalmente en la incertidumbre: la demora en lograr acuerdos que den por cerrada la guerra comercial sigue poniendo en peligro la economía global y la estadounidense”.
Rubén López Pérez