En un movimiento audaz y que pensaron decisivo, Estados Unidos y la mayoría de sus aliados reconocieron en 2019 al líder opositor de Venezuela Juan Guaidó como presidente interino, esperando con ello fomentar la salida del izquierdista Nicolás Maduro.
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Cuatro años después, Maduro sigue en el poder y el autoproclamado gobierno respaldado por Washington se disolvió. EE. UU. sigue considerando ilegítimo a Maduro, pero reconoce que algo ha cambiado.
Para Freddy Guevara, integrante del equipo opositor que ha negociado con el gobierno de Venezuela en Ciudad de México, el punto de inflexión llegó en marzo cuando representantes de Biden viajaron a Caracas para reunirse con Maduro y no con Guaidó. “Entendemos que no somos el centro del mundo y los problemas con la guerra en Ucrania. Pero creo que fue un error muy grande”, declara.
Sobre si la posición de EE. UU. marcó el colapso del gobierno de Guaidó, afirma: “no diría que era la política estadounidense, pero creo que había personas dentro del gobierno estadounidense que querían que esto sucediera”. “Hay algunas personas que simplemente estiman que el tema de Venezuela es demasiado complicado y que es más fácil tratarlo como lo hacen con Arabia Saudita, aceptan que es una autocracia y lidian con ello”.
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Maduro y EE. UU. efectuaron un canje de prisioneros en octubre y, al mes siguiente, el gobierno de Biden flexibilizó las sanciones para permitir que Chevron reanudara la extracción de petróleo en Venezuela, como parte de un esfuerzo por mantener bajos los precios mundiales.
Tres semanas después de que Trump calificara de “ilegítimo” a Maduro, el Departamento del Tesoro impuso sanciones a la petrolera estatal de Venezuela PDVSA, y dejó los ingresos de su filial estadounidense Citgo en manos del gobierno interino de Guaidó.
Según Carrie Filipetti, una funcionaria del Departamento de Estado bajo el mandato de Trump, los estadounidenses creían que el cambio de gobierno se produciría en semanas o meses. Y esto significa que “nunca pudimos aumentar” la influencia porque con las sanciones “ya estaba en lo más alto”. “De alguna manera, el error de tiempo acabó provocando un error de estrategia”, dijo.
Trump advirtió que “todas las opciones están sobre la mesa”, lo que algunos venezolanos interpretaron como una invasión inminente, pero nada indica que esto se haya considerado seriamente.
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Estados Unidos subestimó cuánto tiempo podría gobernar Maduro sorteando “el régimen de sanciones”, pese al descontento popular, afirma Filipetti.
Maduro dice que quiere mejorar los lazos con Washington, que aún reconoce la Asamblea Nacional de 2015, a la que Maduro ha despojado de todo poder.
El congresista demócrata Jim McGovern estima que Biden se está “moviendo en la dirección correcta”. “Para empezar, esta idea de que Estados Unidos podría simplemente chasquear los dedos y cambiar la realidad en Venezuela no era realista”, afirma.
McGovern responsabiliza a Maduro de abusos “horribles”, pero hace hincapié en que las sanciones “parecen castigar” a la población “de una manera bastante intensa”.
Por eso elogia el acuerdo alcanzado en Ciudad de México entre la oposición y Maduro para que la ONU administre US$3.000 millones en activos venezolanos congelados para necesidades humanitarias y pide el alivio de las sanciones de EE. UU. a cambio de un mayor progreso en las negociaciones.
AFP