Tras el asalto de los seguidores de Donald Trump al Capitolio, las redes sociales cerraron sus cuentas, lo que se extendió a más de 70.000 perfiles de ‘conspiracionistas’. Pero más allá del debate por la decisión, esta amenaza con generar un nuevo ‘round’ en la batalla entre los gobiernos y las compañías tecnológicas.
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Esto quedó claro, por ejemplo, cuando varios líderes europeos criticaron la decisión, al asegurar que esas medidas deberían estar a cargo de los legisladores, y no de las empresas.
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Precisamente, en los últimos meses las tecnológicas han estado en el punto de mira de los gobiernos por abuso de poder, actuar como ‘jueces’ de internet y competencia, y también por no hacer el suficiente control de los contenidos que se publican.
De hecho, la UE presentó un nuevo proyecto que amenaza a las tecnológicas con multas de hasta el 10% de sus ingresos por no eliminar los contenidos ilegales.
“La decisión ha sido tomada como evidencia del poder casi ilimitado que ejercen las tecnológicas. Ya se venía dando un debate sobre la responsabilidad de firmas como Facebook y Twitter de monitorear el contenido de sus plataformas. Tras los eventos del Capitolio, el debate pasó de ser un mero asunto legal y de monopolios, a ser un asunto de seguridad nacional”, afirma David Castrillón, docente-investigador de la U. Externado.
Ante esto, como agrega Castrillón, los sucesos irán en contra de las tecnológicas. “Estas temían que iba a ser un año difícil, con los demócratas controlando el legislativo y el ejecutivo, lo que impulsará las investigaciones. Este 2021 será el año en el que el modelo de las tecnológicas tendrá que cambiar”.
Y esto no solo en cuanto al manejo de información. Los expertos afirman que se espera que Biden sea más contundente en tributación y la libre competencia, e incluso la UE manifestó ayer que espera trabajar con su gobierno para acelerar los impuestos globales a estas firmas.
UN DEBATE QUE NO ACABA
Tras lo que ocurrió en el Capitolio se reactivó el viejo debate de cuál debe ser el rol de las tecnológicas en el control de los contenidos alojados en sus redes.
Para el consultor Andrés Mejía Vergnaud, la decisión fue correcta. “No es censura ni abuso de poder; parte de su responsabilidad es no ser como vehículos para ese tipo de instigación”.
Juan Camilo Castillo, profesor de Economía de la Universidad de Pensilvania, opina que “en este caso cerrar la cuenta de Trump estaba dentro de sus normas, pues usó las redes para incitar la violencia. Lo que es preocupante es que esas reglas tienen consecuencias, y no debería ser una empresa la que establezca esas normas. Cero control es un problema, pero demasiado termina yendo en contra de la libre expresión”.
Por último, un experto del sector que pidió no ser identificado, afirma que “las plataformas han tenido un tratamiento privilegiado, pero una vez operan como editor de contenido, el andamio jurídico que les otorga esa inmunidad se desploma. Por eso, el cierre de cualquier cuenta resulta siendo un uso excesivo del poder de mercado, y va en contra de los principios con los que se crearon.
Pero aún más, empresas como Amazon, por tener tanto poder en la provisión de infraestructura, pueden usarlo para reprimir el discurso u ofertas competidoras, lo que puede tener un efecto devastador a la neutralidad y no discriminación.