El plan de negocios apuesta por un millón de visitantes anuales y las primeras entradas se agotaron mucho antes de la puesta en servicio de los ascensores que ascienden hasta la flecha de cristal que culmina a 310 metros. Si el Shard sorprende es, sobre todo, por su lujo, que muchos consideran inoportuno.
La vida comenzará a instalarse progresivamente en el 2013 en esta ‘miniciudad’ vertical para 8.000 habitantes que ignora la crisis, situada frente a la opulenta City, en la margen opuesta del río.
Con sus magníficas oficinas, su hotel de cinco estrellas, sus lujosos restaurantes y apartamentos, el edificio, financiado en un 95 por ciento por Catar, pone fin a siglos de concentración de la riqueza en el oeste, el centro y el norte de la capital.
“Lo maravilloso de Londres es que en muchos aspectos no se detiene nunca. Está ligado de alguna manera al comercio, a los negocios, está en sus genes”, declaró William Matthews, uno de los arquitectos del equipo de Renzo Piano, el arquitecto italiano que diseñó la imponente obra.
“Es realmente una historia de renovación, de renacimiento”, señaló, por su parte, Peter John, responsable de Southwark. Este barrio relativamente próspero en los tiempos del Londinium romano ha sido durante mucho tiempo el de peor fama de Londres con sus discotecas y burdeles.
Hoy, los ingresos promedio por hogar en Southwark, que tiene una población de 290.000, están entre los más bajos del país. Pero desde hace 25 o 30 años, el cambio es “espectacular”, señala Peter John.
Los depósitos con nombres que recuerdan al desaparecido imperio británico -‘East India dock’, ‘Vanilla Court’- fueron transformados en espaciosos al estilo de los de Nueva York.
“Pero el Shard es el que va más allá de los límites. Es el símbolo por excelencia de las nuevas oportunidades en materia de empleo, de ocio y de vivienda nueva”, insiste John.
La llegada de una población de fuerte poder adquisitivo beneficiará a todo el barrio, señaló y agregó que “lo positivo será mayor que lo negativo”.
El mayor inconveniente será, ante todo, el alza de los alquileres producto de la llegada del Shard.
LONDRES/AFP