Las protestas en Colombia, la crisis política en Perú, la ingobernabilidad en Bolivia cuando más se acercan las elecciones o la coyuntura estructural de Venezuela son solo algunos de los ejemplos de la inestabilidad de la región, la cual le puede pasar una factura muy grande a su economía.
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Los sucesos más recientes se dan en Colombia y Perú. El Comité del Paro convocó para ayer un velatón y un cacerolazo, y el próximo 21 de septiembre caravanas y movilizaciones. Mientras, mañana el presidente de Perú, Martín Vizcarra, enfrentará una moción de censura que podría sacarlo del cargo.
De hecho, aunque las movilizaciones en Colombia por la muerte de Javier Ordónez a causa de la brutalidad policial, los expertos dejan claro que estas protestas también tienen un fuerte componente de descontento económico por el impacto de la pandemia.
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Ante esto, expertos destacan que son varios los aspectos que pueden generar un golpe económico por esta inestabilidad.
Como afirma Daniel Velandia, director de estudios económicos de Credicorp Capital, “el mayor impacto de esta inestabilidad política es la menor confianza en la región, que es vital para la actividad económica. Empresas y hogares aplazan sus decisiones, y se restringe la llegada de inversión extranjera tanto directa como al merado de capitales. Mientras esté la incertidumbre política y social, la recuperación es difícil”.
Además, según Velandia, ya hay reflejos de esto, como el hecho de que las bolsas de la región hayan tenido una caída más fuerte que en otras emergentes, o la devaluación de las monedas latinas frente al dólar, lo que muestra “que los inversionistas son cautos, esperando que se decante el tema político en países como Brasil, Perú o Chile”.
Por su parte, para Richard Francis, líder de la calificación de Colombia de Fitch Ratings, “hay dos formas de que la inestabilidad política golpee la solvencia en este momento. El primero es el impacto económico, y Chile es ejemplo de ello tras las protestas del año pasado, lo que además de frenar el crecimiento, afectó a la inversión”.
Agrega que “el segundo es un impacto directo, pues los gobiernos anuncian medidas para aumentar el gasto en programas sociales, como se ha visto en Perú, Bolivia y Colombia. Podemos esperar ver más presiones sociales, lo que hará más difícil para los gobiernos de la región implementar las medidas necesarias para reducir los déficits fiscales a través de reformas tributarias o recortes en el gasto”.