La pelea entre Estados Unidos y la Unión Europea (UE) no se ha anunciado con bombos y platillos como la guerra con China, pero Donald Trump lleva meses abriendo nuevos frentes de disputa contra el Viejo Continente.
Y a diferencia de esa tensión, que se enfoca en comercio y tecnología, la UE ha sido foco de ataques hacia prácticamente todos los ámbitos, desde el comercial y monetario, hasta sus políticas de defensa o incluso su estructura interna.
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Eso sí, el área comercial ha sido el más relevante. Según Ángel Saz-Carranza, director del Center for Global Economy and Geopolitics (ESADEgeo), “la tensión es alta pero discreta. Tenemos dos frentes: EE. UU. ha levantado tarifas sobre el acero y el aluminio, y prepara aranceles a importaciones después de que la Organización Mundial del Comercio (OMC) diera la razón a la UE sobre las ayudas fiscales a Boeing. Trump acusa a Europa de subsidiar a Airbus”.
Esta semana, el Gobierno de Trump, por la disputa entre los subsidios a las aeronáuticas de cada país, amenazó con imponer US$4.000 millones en aranceles a la UE, que se sumarían a los US$21.000 de abril. De aplicarlos, Europa respondería con medidas por la misma magnitud.
El año pasado, EE. UU. ya impuso aranceles a productos europeos, como fue el caso de la aceituna española, al tiempo que amenazó con otros artículos como el vino francés, el whiskey escocés o el queso italiano.
“Todo esto es parte de un plan de contingencia por el caso sobre Airbus. Estamos buscando la autoridad de la OMC para tomar represalias, pero se debe decidir la cantidad permitida. EE. UU. se está preparando para enumerar los artículos en los que podrían aplicar las tarifas”, resalta William Reinsch, asesor del Centro de Estudios Estratégicos Internacionales (Csis, por sus siglas en inglés).
Y, sumado a esto, el otro problema comercial es la amenaza de Trump de imponer aranceles a la industria automotriz europea, uno de los pilares de su economía. “No se han ejecutado aún, pero se hará. Estamos en medio de la negociación de un nuevo TLC, donde se percibe que EE. UU. quiere incluir la agricultura y Europa el sector del automóvil, pero no el agro. Como esto no ocurrirá, llegarán esas nuevas tarifas”, dijo Saz-Carranza.
Pero más allá del comercio, Estados Unidos ha abierto otros frentes, entre los que está el manejo de las divisas. Por ejemplo, Trump acusó a la eurozona de manipular el euro para ganar competitividad en contra de su país. “China y Europa están jugando a la gran manipulación de monedas y vertiendo dinero en sus sistemas para competir con Estados Unidos”, una declaración que prendió las alarmas de que adopte nuevos ataques.
Hace exactamente un mes, el Gobierno estadounidense dio un ‘ultimátum’ para que la UE no desarrolle su política de defensa (creación de un ejército y comprar solo armamento de los miembros) y se mantenga bajo los intereses de EE. UU. Trump, incluso, amenazó con dejar solos a sus socios con las amenazas como la de Rusia.
Sumado al apoyo de Trump al Brexit, el otro gran punto de tensión ha sido el mayor control que la UE está haciendo de los gigantes tecnológicos, tras las multas a Google y las investigaciones a Facebook o Amazon. El lunes de esta semana, Trump aseguró que la jefa antimonopolio de la UE, Margrethe Vestager, “odia a EE. UU. más que cualquier persona que haya conocido. Está demandando a todas nuestras compañías”, apuntó.
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Con todo, las expectativas sobre la relación de la UE con EE. UU. para los próximos meses son diversas. Mientras que dijo Saz-Carranza afirma que “vamos a ver un 2020 caliente a medida que se acerca la campaña electoral”, Reinsch señala que “la relación general tiene muchos otros problemas. Las dos partes acordaron tener una negociación, pero han pasado los últimos 11 meses discutiendo sobre lo que iban a negociar. Y con la nueva cúpula de la UE, no espero grandes avances”.
Eso sí, como agrega Robert Gulotty, profesor de ciencias políticas de la Universidad de Chicago, “la estrategia de aislamiento no está funcionando y la UE se está moviendo para establecerse como una alternativa. No creo que las tensiones comerciales se intensifiquen mucho más de lo que hemos visto, pues no hay base electoral para ello”.
Rubén López Pérez