El estallido de la guerra comercial de la mano de Donald Trump durante las últimas semanas ha dibujado un panorama poco optimista para el mercado a futuro, el cual amenaza el orden establecido para los intercambios y, de paso, le está asestando un golpe mortal a la Organización Mundial del Comercio (OMC), la institución llamada a proteger el multilateralismo en las transacciones globales.
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Si bien es cierto que tanto la Unión Europea (UE) como China y prácticamente la totalidad de economías han mostrado su apoyo a la OMC, el rechazo que ha mostrado Trump desde el inicio de su mandato y la imposición recíproca de aranceles entre países, ante los que el organismo no ha podido hacer nada, están poniendo sobre la mesa la posibilidad de que se convierta en el ‘elefante blanco’ del comercio mundial.
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“La OMC solo puede hacer lo que sus miembros le permiten hacer. Lo cierto es que no tiene independencia por sí misma”, explica David Collins, profesor de derecho internacional de la Universidad de la City de Londres.
Este es precisamente el aspecto que siempre supone una crítica contra las grandes organizaciones internacionales, las cuales, por lo general, tienen las manos ‘atadas’. “La OMC es, en muchas formas, como la ONU, su efectividad depende en gran medida de las acciones y el compromiso que sus países miembro tengan. Por esto, si no están interesados en cooperar o en que funcione correctamente, no lo hará”, afirma Peter McKenna, profesor de ciencias políticas de la Universidad Prince Edward Island, ubicada en Canadá.
Es por esto que, como resaltan los expertos, el hecho de que Estados Unidos haya decidido tomar medidas unilaterales para defender sus intereses comerciales, ha afectado la influencia de la OMC en esta materia. “La organización ha perdido su rol como el director del comercio internacional porque Trump está usando la seguridad nacional de su país para justificar la imposición de aranceles de una forma en la que los miembros de la OMC nunca lo habrían hecho”, opina Stephen Silvia, profesor del ‘School of International Service’ de la Universidad Americana, basada en Washington.
Con todo esto, para muchos la pérdida de influencia internacional o, incluso, de su rol más importante como valedor del multilateralismo en el comercio está en entredicho. Sin embargo, vale la pena preguntarse, ¿cuál es realmente la función de la OMC? Tal como señala a grandes rasgos el presidente de Analdex, Javier Díaz, “se espera que la OMC juegue su papel de organismo multilateral regulador de las reglas del comercio mundial”.
De una forma más específica, Raj Bhala, profesor distinguido ‘Brenneisen’ de derecho internacional en la Universidad de Kansas, afirma que “conceptualmente, la OMC cumple cuatro funciones principales: es un foro para las negociaciones de liberalización del comercio; un mecanismo para la resolución de disputas de comercio internacional; un mecanismo para revisar las políticas comerciales de cada miembro, para asegurar que cumplan con las normas de la OMC; y un organismo para recopilar estadísticas sobre el sector en el mundo. Ahora, por primera vez desde que se fundó en enero de 1995, estos cuatro roles están siendo cuestionados”.
A final de cuentas, lo que se ha podido ver en los últimos meses, desde el primer síntoma de guerra comercial de marzo, es que frente a la gran escalada de tensión que ha tenido lugar entre las principales economías del mundo, y más teniendo en cuenta que gran parte de los países ha interpuesto quejas y demandas por este tema, la OMC se ha visto incapaz de generar una solución al problema.
Ante esto, en la actualidad se desató el debate sobre si la OMC ha perdido o no su rol al frente del comercio internacional, algo sobre lo que se pueden encontrar gran variedad de respuestas.
Por un lado, hay quienes sí ven esa menor influencia. Es el caso de, por ejemplo, de Bhala, quien indica que “ha perdido su rol porque los miembros se centran demasiado en sus propios intereses comerciales a corto plazo y olvidan que el objetivo del comercio internacional es mejorar el bienestar y forjar lazos comunes”.
Asimismo, Silvia también pone de manifiesto que otra de las razones que han llevado a este menor poder global es el hecho de que “el proceso de solución de diferencias de la OMC lleva mucho tiempo, tanto así que puede llevar un año”.
Pero esta no es una idea compartida por todos. Al mismo tiempo que hay críticas, también hay opiniones positivas acerca de la organización en estos momentos. “Yo no estoy de acuerdo con los que dicen que la OMC es inútil, eso está en línea con la narrativa de Trump. En realidad es muy efectivo para resolver disputas comerciales y la mayoría de los países toma en cuenta las decisiones, lo que también incluye a China y EE. UU. Claramente, la creación de nuevas reglas comerciales se ha ralentizado, pero hay muchas razones para ello: los problemas más nuevos son más complejos y tienen muchos más miembros”, resalta Stuart Malawer, profesor de derecho y comercio internacional de la Universidad George Mason, en la ciudad de Fairfax.
En esta línea, McKenna dice que “la OMC no es perfecta, pero es la mejor manera de mantener un sistema de comercio libre y abierto”. Al mismo tiempo, Collins asegura que “no diría que la OMC ha perdido su papel. Fue diseñado para acomodar el regionalismo y la OMC ha logrado recientemente el Acuerdo de Facilitación del Comercio y está progresando en el comercio digital”.
No obstante, en lo que sí coincide la mayor parte de los expertos es en que la organización necesita cambios. “Uno de los problemas críticos que enfrenta la OMC es cómo desbloquear el nombramiento de nuevos miembros para el Órgano de Apelación de la OMC, el cual muy pronto no tendrá suficientes miembros para escuchar las peticiones y todo el sistema de aplicación de las normas de la OMC podría paralizarse”, apunta Jeffrey Schott, experto del Instituto Peterson de Economía Internacional (PIIE por sus siglas en ingles).
Stephen Silvia, por su lado, asegura que los principales cambios que se deben efectuar deben ir encaminados a “que un país no pueda sabotear el proceso de solución de diferencias. Más allá, el desafío para la OMC es desarrollar un nuevo sistema de gobernanza que supere el sistema actual de consenso sobre decisiones importantes. La toma de decisiones por consenso ha llevado a un estancamiento en los últimos años”.
A fin de cuentas, los expertos aseguran que la OMC se toma demasiado tiempo, incluso años, en la resolución de los conflictos comerciales, por lo que debe tomar las medidas necesarias para conseguir una mayor agilidad a la hora de tomar decisiones”.
RIESGO PARA LOS PAÍSES MÁS PEQUEÑOS
En un mundo en el que las disputas comerciales se resuelvan mediante guerras comerciales, países como Colombia son los que registrarían un mayor riesgo. “Lo que se espera es que los conflictos comerciales se puedan resolver en derecho y no por la ley del más fuerte. Precisamente, para un país pequeño como Colombia, esto resulta fundamental, pues si no los más fuertes imponen sus criterios. De lo que se trata es evitar la ‘ley de la selva’ en los intercambios. Siempre es mejor el ámbito multilateral y no el bilateral. Pues en un escenario bilateral, el más grande le impone al más pequeño”, asegura Díaz, el presidente del gremio exportador de Colombia.
INICIO DE LA TENSIÓN ARANCELARIA
Aunque los temores de que se desatara una guerra comercial iniciaron hace meses con el anuncio de Donald Trump de imponer aranceles a las compras al aluminio y al acero, ese fue solo el primer paso que, derivó en la escalada actual.
Esto es porque más allá de los gravámenes que impuso a los metales, EE. UU. decidió tomar otras medidas arancelarias contra China o la Unión Europea.
En este sentido, para el caso de China, Trump anunció en mayo la imposición de impuestos por un valor de US$50.000 millones, de los cuales, ha ejecutado US$34.000 millones. China anunció represalias por un monto similar.
Pero la disputa no quedó ahí y Trump ha amenazado con imponer aranceles por US$200.000 millones adicionales a compras procedentes desde China, e incluso llegó a decir que podría acabar gravando productos por más de US$500.000 millones.
Por otro lado, Trump también impulsó la tensión con la UE, una medida a la que ambas partes respondieron con una batería de aranceles que alcanzan los US$6.400 millones.
Cabe resaltar que tanto EE.UU. como China ya han presentado los primeros efectos negativos de esta guerra comercial.
La administración Trump anunció un fondo de ayuda de US$12.000 millones para ayudar a la industria agrícola, la más golpeada en el país, y podría llevar ese monto hasta los US$39.000 millones para proteger a otros sectores.
Rubén López Pérez
rublop@eltiempo.com