La muerte el martes de Mijaíl Gorbachov, último dirigente de la URSS, desencadenó una cascada de homenajes en Occidente, donde se elogió su papel crucial para poner fin a la Guerra Fría y su combate por la paz, una visión que cobra un significado especial seis meses después de la invasión rusa de Ucrania.
(Rusia: informan que Mijaíl Gorbachov ha muerto).
China, Estados Unidos, Canadá, Alemania, Francia e Inglaterra no depararon en elogios para el exmandatario.
“Las históricas reformas de Gorbachov condujeron a la disolución de la Unión Soviética, ayudaron a poner fin a la Guerra Fría y abrieron la posibilidad de una colaboración entre Rusia y la Otan”, dijo el secretario general de la Otan, Jens Stoltenberg. “Su visión de un mundo mejor sigue siendo un ejemplo”.
El presidente alemán, Frank-Walter Steinmeier, agradeció su “contribución decisiva en la unidad alemana” y su “coraje para la apertura democrática y la construcción de puentes entre Este y Oeste”. Este sueño está “en ruinas, roto por el ataque brutal de Rusia contra Ucrania”.
(Mijaíll Gorbachov, el reformista que no pudo evitar caída de la URSS).
En su país el presidente ruso, Vladimir Putin, dijo que Gorbachov tuvo “un gran impacto en la historia del mundo”. “Guió a nuestro país a través de un periodo de cambios complejos y dramáticos, y de grandes desafíos de política exterior, económicos y sociales”. Pero en las calles las opiniones son bien dividas y ase le tacha de ‘traidor’.
La perestroika
Nacido en 1931 en el seno de una familia modesta del suroeste de Rusia, Gorbachov subió rápidamente en la jerarquía del Partido Comunista hasta ponerse al frente de la URSS en 1985. Hasta su dimisión en 1991, que marcó el fin del bloque, llevó a cabo importantes reformas democráticas, conocidas como la ‘perestroika’ (reestructuración) y ‘glasnost’ (transparencia). Durante su mandato, fue confrontado a enormes crisis, como la catástrofe de Chernóbil (1986) o los movimientos de independencia en toda la URSS, que reprimió en algunos casos.
Sus acciones contribuyeron a la caída de la ‘cortina de hierro’, como se conoció a la antigua frontera política e ideológica entre Europa Occidental y Oriental.
Los años que siguieron a la disolución de la URSS siguen siendo un trauma para muchos rusos que se vieron hundidos en la pobreza y confrontados al caos político y a una guerra brutal con Chechenia.
Para Vladimir Zavkov, un pensionado de 70 años, Gorbachov no fue más que ‘un traidor’. “Una especie de político iletrado, que dejó derrumbarse un gran país. Todo lo que pudo hacer de positivo quedó anulado”. Hay gente que le culpa del fin de la URSS y le endilgan todos los problemas que traía la expotencia.
AFP/EFE/Bloomberg