Desde los anuncios de Donald Trump sobre los aranceles al aluminio y al acero, Colombia toca la puerta en Washington para ver si la atienden, en medio de la guerra comercial que se desató. Se han mencionado riesgos para la economía del país, pero los expertos también vislumbran oportunidades.
Uno de los riesgos ya es un hecho. La nación está pagando aranceles por el acero y el aluminio que vende en Estados Unidos; así mismo, como ese país está dificultando la entrada de la sobre producción del gigante asiático y de Turquía, en Colombia se espera el golpe de un desvío de parte de esa oferta, pues podría entrar. Adicionalmente, una escalada de medidas proteccionistas de Estados Unidos, China y la Unión Europea podría terminar con decisiones que cierren los mercados a terceros, como pasó con las primeras a los metales.
Del otro lado, hay quienes ven oportunidades. Estas se relacionan, por ejemplo, con productos chinos que dejen de entrar a Estados Unidos o estadounidenses que ahora tengan dificultades para ser vendidos en China. Así, el presidente de Analdex, Javier Díaz, mencionaba que hay confeccionistas colombianos a los que desde Estados Unidos les han consultado sobre la probabilidad de hacerles mayores envíos, lo que muestra que el conflicto comercial posibilitaría copar espacios que deje China relacionados con productos que ya tienen una tradición en nuestra producción nacional, así como en nuevos nichos.
Díaz ha hecho énfasis en la cercanía geográfica como una ventaja que le facilitaría al país suplir la oferta que dejen de cubrir los asiáticos. Para David Aponte, analista de Financial Lab, además de lo anterior, se abre la puerta para que otras economías, en esta coyuntura, le muestre al país norteamericano sus bienes, diferenciados en calidad de los chinos.
Si la tensión comercial global representa oportunidades para los productores colombianos, aprovecharlas o no dependerá de la capacidad de actuar rápido que tenga la economía nacional.
COMPARTIR EN TWITTERVolviendo la mirada a las posibilidades en el gigante asiático, el abogado experto en comercio exterior Martín Gustavo Ibarra ha dicho que Colombia podría enviar muchos delos productos agrícolas que China le está gravando a Estados Unidos. Algunos ejemplos son la carne de cerdo y la de res.
Si bien se menciona el riesgo de que se desvíe acero que ya no entra a Estados Unidos a Colombia, Ibarra ve la posibilidad de enviar a ese país más productos colombianos elaborados con acero y aluminio. La oportunidad surge del hecho de que los aranceles de Trump incrementan los costos de producción de la cadena metal mecánica estadounidense, poniendo en una mejor posición de competencia a los colombianos que pueden hacer esos productos con materias primas sin impuestos.
En este punto para los expertos hay importantes oportunidades a la vez que riesgos. Estos últimos los ha nombrado el presidente de la Andi, Bruce Mac Master, quien no tiene duda de que China y Turquía intentarán llegar con su acero y aluminio a países como el nuestro, posiblemente con prácticas desleales de comercio. En palabras de Díaz, se trata de productos del gigante asiático que “necesitan ser colocados en estos mercados a precio de liquidación, y Colombia va a ser un mercado objetivo”.
Entre tanto, han seguido las gestiones del Gobierno Nacional buscando la manera de que Trump nos excluya del cobro de los aranceles de los metales; Sin embargo, en los cuatro primeros meses no hubo respuesta. Por ahora, sigue pendiente una reunión de la Comisión Administradora del TLC entre Colombia y Estados Unidos, en cuya agenda se incluiría este tema. Nuestro país se sumó como observador activo en los procesos que otras naciones lle- van ante la Organización Mundial del Comercio por el mismo problema.
Asimismo, Washington había excluido, inicialmente, a la Unión Europea de esos cobros, pero luego sí lo hizo, lo que generó una retaliación correspondientes. Después, el gobierno de Estados Unidos y las autoridades de la Unión Europea se comprometieron a no sacar nuevas medidas, pero mantuvieron las decisiones que ya estaban aplicándose. El rumbo que tome ese tire y afloje es completamente incierto y si, efectivamente, la tensión comercial global representa oportunidades para los productores colombianos, aprovecharlas o no dependerá de la capacidad de actuar rápido que tenga la economía nacional.