Argentina ha sido un foco importante de volatilidad en los mercados financieros mundiales durante las últimas semanas. Desde la llegada de Mauricio Macri al Gobierno se adoptaron medidas para ordenar las finanzas públicas y traer tranquilidad a los mercados sobre el manejo macroeconómico. Sin embargo, con el aumento de la aversión al riesgo hacia mercados emergentes este año, la economía argentina ha sido una de las más castigadas.
En este análisis evaluamos los detonantes de la crisis reciente en Argentina, hacemos un breve contexto histórico de las crisis económicas que ha tenido y analizamos las perspectivas para este y el próximo año. De igual forma, esperamos que la volatilidad en los mercados cambiarios emergentes generada por la situación de Argentina no implique un riesgo de contagio sistémico para las economías en desarrollo.
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UN PROBLEMA DE CONFIANZA
En junio de este año el Fondo Monetario Internacional (FMI) desembolsó un préstamo por 50.000 millones de dólares para respaldar la confianza en la economía del país y darle herramientas al Gobierno para enfrentar la devaluación del peso argentino, cuyos desembolsos se realizarían trimestralmente en montos de 3.000 millones de dólares.
Aunque este acuerdo permitió detener transitoriamente las salidas de capitales, las condiciones del mismo indican que el Gobierno debe entregar un plan de presupuesto sostenible que permita reducir los desbalances fiscal y externo, precisamente las razones que explican buena parte de la situación actual de la economía argentina.
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Los episodios de volatilidad volvieron con fuerza el 29 de agosto, luego que el Gobierno solicitara al FMI anticipar el desembolso de 3.000 millones de dólares de los 50.000 millones de dólares.
La falta de confianza de los inversionistas en la capacidad del Gobierno para realizar los ajustes requeridos se ha hecho evidente, en la antesala de las próximas elecciones presidenciales, en las que podría ganar un Gobierno opositor a los ajustes, y en un contexto en el que es inminente una recesión de la economía el próximo año.
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Ahora bien, no es la primera vez que este país sudamericano sufre la falta de confianza de los inversionistas en su economía, devaluaciones fuertes de su moneda y episodios de alta inflación (Cuadro 1). Algunos de los episodios históricos más notables son la hiperinflación de 5.000% en 1989, y los 2 defaults de sus obligaciones en 2001, que llevaron al país a perder el acceso a los mercados financieros internacionales por más de 14 años.
En 2016, el país logró resolver la disputa con los fondos de inversión estadounidenses sobre el repago de bonos por un valor de 100.000 millones de dólares, lo cual le permitió volver al mercado de deuda global con una emisión de 16.500 millones de dólares. Bajo este escenario, la economía logró retomar la senda de recuperación y la inflación se estabilizó, contribuyendo a elevar la confianza de los inversionistas extranjeros.
En 2017, luego de la victoria de la coalición del Presidente Mauricio Macri, el BCRA elevó la inflación objetivo para los siguientes tres años, en medio de una recalibración de la política monetaria del país que indicaba un pronto recorte de la tasa de interés. Lo anterior se interpretó como una pérdida de independencia del BCRA y creemos que contribuyó al proceso de devaluación de la tasa de cambio en los últimos meses.
ESFUERZO INSUFICIENTE
A pesar de las constantes presiones inflacionarias, en enero de este año el BCRA recortó su tasa de interés en 75 pbs hasta ubicarla en 28%. Sin embargo, en un contexto internacional complejo, la tasa de cambio se devaluó rápidamente. Ante este escenario, en mayo el BCRA elevó la tasa de interés a 40%, una de las mayores intervenciones de los últimos años.
No obstante, las medidas del BCRA no fueron suficientes. En parte por los débiles fundamentales de la economía y por las señales mixtas que había enviado el BCRA, el peso se mantuvo débil. Así, en junio de este año se anunció el acuerdo entre el Gobierno y el FMI para otorgar a Argentina una línea de crédito, como una señal de respaldo al manejo macroeconómico de Argentina, y con el objetivo de tranquilizar a los inversionistas y controlar la devaluación de la moneda.
Sin embargo, en la última semana de agosto Macri sorprendió a los mercados al requerir un desembolso anticipado de la línea de crédito, con el fin de cubrir los pagos de deuda del próximo año, lo que provocó que en un solo día una devaluación de 13,4% del peso argentino. Bajo este contexto, el BCRA incrementó nuevamente su tasa de interés hasta ubicarla en 60%, la más alta del mundo. Adicionalmente, el Gobierno anunció la imposición de una serie de medidas de austeridad, entre las que se encuentra la reducción del número de ministerios y reestablecer los impuestos hacia los exportadores.
LO QUE VIENE
Actualmente el Gobierno se encuentra revisando la estrategia fiscal del país para 2019, con una nueva meta que permitirá al FMI realizar el desembolso trimestral de la línea de crédito antes de que finalice este mes. Sin embargo, consideramos que las metas fiscales lucen excesivamente optimistas en el contexto actual de Argentina, y vemos una alta probabilidad de que no se cumplan.
En particular, la fuerte devaluación del peso este año seguirá generando presiones inflacionarias e impactando negativamente la economía. En efecto, los elevados desbalances en la cuenta corriente y fiscal, así como el elevado nivel de endeudamiento externo, mantienen la economía argentina como una de las más vulnerables a choques externos, en un contexto en el que además está aumentando la incertidumbre política. En este sentido, esperamos que ese país siga siendo un foco importante de volatilidad en los próximos meses y en 2019.
Juliana Pinzón y Julio César Romero
-Analista de Mercados Internacionales de Corficolombiana
-Economista jefe de Corficolombiana