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Internacional

08 abr 2013 - 12:22 p. m.

Privatización y desregulación, los legados de Thatcher

La exprimera ministra británica falleció ayer a los 87 años de edad en Londres.

Thatcher ganó los comicios en 1979.

Agencias

Thatcher ganó los comicios en 1979.

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Margaret Thatcher, la ‘Dama de Hierro’ que transformó Gran Bretaña e inspiró a conservadores de todo el mundo al reducir radicalmente el Estado durante sus 11 años en el poder, murió ayer a los 87 años tras sufrir un accidente cerebrovascular.

La única mujer que ha alcanzado el cargo de primera ministra en Gran Bretaña, la inflexible y directa Thatcher lideró a los conservadores a tres victorias electorales, gobernando de 1979 a 1990, el periodo más largo de un mandatario británico desde principios del siglo XIX.

Hija de un almacenero, con una determinación de hierro, fue amada y rechazada por igual al aplastar a los sindicatos y privatizar grandes partes de la industria británica, al chocar con la Unión Europea y combatir una guerra para recuperar las Islas Malvinas (Falkland Islands para los ingleses) de manos de los argentinos.

El ‘Thatcherismo’

Más de tres décadas después de que Margaret Thatcher se convirtiera en primera ministra de Gran Bretaña, su legado económico -tan venerado como repudiado- todavía resuena en todo el mundo.

Ya sea en los ministros de Finanzas de la zona euro pidiendo a los países con graves problemas de deuda privatizar sus empresas estatales, o en los políticas estadounidenses buscando recortes de gasto y limitaciones para los sindicatos, o en los propios británicos subastando su propio correo, los principios del thatcherismo, para bien o para mal, están vivos.

Thatcher abogó por la desregulación, por un Estado de mínima presencia, por la libertad de los mercados y la privatización de las empresas. Si eso nos suena familiar, es porque sus recetas han sido copiadas en todo el mundo.

Ninguna de estas políticas eran comunes en 1979, cuando Thatcher llegó al cargo de primera ministra de Gran Bretaña, mientras el país aún sufría las consecuencias del deterioro económico posguerra.

“Ella cambió los parámetros de lo que era políticamente posible”, dijo Steve Davies, historiador económico y director del Instituto Británico de Asuntos Económicos.

“Por un lado, políticas como la privatización y la desregulación llegaron a ser tomadas seriamente. Por el otro, políticas que eran tomadas seriamente -como la economía dirigida- ya no fueron tomadas seriamente”, agregó.

El thatcherismo, muy a la par del giro económico que dio Estados Unidos de la mano de Ronald Reagan, fueron considerados cambios político-económicos radicales. El término privatización, por ejemplo, prácticamente era desconocido antes.

Cuando Thatcher tomó el poder en Gran Bretaña, gran parte de la industria de ese país, al igual que en otros europeos, estaba en manos del Estado.

La Dama de Hierro se deshizo de todo -automotrices, firmas aeroespaciales, gigantes gasíferos y petroleros, aerolíneas y monopolios de telecomunicaciones-, con frecuencia muy criticada por sus opositores y por los trabajadores de las industrias hasta entonces estatales.

El ‘big bang’ de la desregulación llevada a cabo por Thatcher de los mercados financieros forjó a Londres como capital bancaria de Europa y ayudó a que las finanzas globales se convirtieran en la industria más pujante de la siguiente generación.

Otras industrias experimentaron el destino opuesto. Las mayores batallas de Thatcher fueron con los mineros del carbón, un sector dirigido por el Estado que ya estaba en deterioro tras el descubrimiento británico de otras fuentes de energía más económicas, limpias y seguras, como el gas natural en altamar.

Cuando la mandataria llegó al poder, había casi un cuarto de millón de mineros del carbón en Gran Bretaña, que sostenían comunidades enteras que habían logrado crecer bastante desde la revolución industrial. Al dejar el cargo, 11 años más tarde, apenas 50.000 personas trabajaban en las minas; en la actualidad solo centenares lo hacen.

FUNDAMENTAL EN LA CAÍDA DE LA ‘CORTINA DE HIERRO’

Formó una fuerte alianza contra el comunismo junto a Reagan y fue recompensada al ser testigo de la caída del Muro de Berlín en 1989, aunque advirtió a Gorbachov que una Alemania unificada llegaría a dominar Europa.

“Thatcher era una política cuyas palabras tenían un enorme peso”, dijo Gorbachev, quien intentó reformar la Unión Soviética y mejorar los lazos con Occidente, pero no pudo evitar el colapso de la superpotencia nuclear. Meses antes de que Gorbachev lograra convertirse en el líder soviético, Thatcher le dijo: “Podemos hacer negocios juntos”.

El diario ‘Estrella Roja’ del Ministerio de Defensa soviético la llamó por primera vez ‘la Dama de Hierro’ y ella disfrutó del apodo mientras trabajaba de cerca con Gorbachev en el proceso de la apertura de la ahora ex Unión Soviética.

Entre los argentinos e irlandeses no es bien recordada por los conflictos que sostuvo con ambas naciones.

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