El pasado 20 de abril, seis de las doce naciones que componen la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) decidieron apartarse temporalmente de la organización internacional, argumentando, entre otras cosas, su condición de interinidad que la tiene sin una cabeza visible desde el año pasado.
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Para entender cómo la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) llegó al nivel de división que tiene en la actualidad, en momentos en los que Colombia, Argentina, Chile, Paraguay, Brasil y Perú decidieron suspender temporalmente su participación en ella, Portafolio.co consultó al internacionalista Andres Barreto, secretario general del Colegio Colombiano de Juristas y miembro de la Academia Colombiana de Derecho Internacional.
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Para Barreto, uno de los detonantes de esta crisis es la situación que atraviesa Venezuela actualmente.
¿Cómo se llega a este momento de división al interior de la Unasur?
Se llega allí por varias causas. Primero la situación de Venezuela, que fue uno de los principales promotores de la organización, ya no da un margen de maniobra mayor en el sentido en que Unasur se constituyó para defender la democracia, y claramente lo que hay en Venezuela no es una democracia.
Hay que tener en cuenta que organizaciones internacionales y multilaterales como las Naciones Unidas hablan del respeto de los Estados como sujetos del Derecho Internacional, pero nunca hablan de su forma de gobierno. Allí no se privilegia la democracia y tampoco es un requisito para pertenecer a ella, mientras que en Unasur si se habla de la democracia como un requisito sine qua non para hacer parte de ella. En ese orden de ideas, el hecho de que en países como Venezuela no haya una democracia real si pone en jaque el espíritu de la organización.
Adicionalmente, el cambio de gobiernos en Argentina, Brasil, potencialmente lo que puede suceder en Colombia y lo que sucedió en Chile. La organización tenía un claro contenido ideológico de no ser adversa al denominado socialismo del siglo XXI y ser un poco más tolerante en ese aspecto, pero ahora estos gobiernos claramente tienen una agenda política distinta. En ese sentido, aunque la organización no habla de un modelo económico per se, si tenía una fuerte influencia de lo que era el pensamiento chavista, kirchnerista y Lula da Silva. Eso también marca un derrotero particular para llegar a este momento.
Además de eso, también hay una situación administrativa. Como organización internacional debe tener una administración al interior que se encargue de su día a día y en este momento esa administración se encuentra bloqueada, porque el secretario general está en interinidad, no se ha podido escoger desde el 2017 cuando terminó el periodo de Ernesto Samper. Eso hace que la organización no funcione adecuadamente.
¿El hecho de que la mitad de países que la conforman se hayan apartado de la Unasur, pone en riesgo su existencia?
Es una situación grave, porque las organizaciones internacionales nacen por consenso, los estados voluntariamente deciden crearlas y también voluntariamente pueden llegar a terminarlas. En ese sentido, el hecho de que unos países miembros, que en este caso son los que reúnen la mayor cantidad de población (cerca del 68% de la población de América Latina), decidan sustraerse de la participación en la organización no muestra de facto la finalización de la Unasur, pero si es un mensaje claro y un campanazo de alerta para que se tomen las decisiones pendientes, como la elección del secretario y otros temas en relación con la condena a la dictadura que se está viviendo en Venezuela.
Para terminar con una organización internacional es un poco más complicado en lo jurídico y en lo político, porque habría que llevarlo a votación y la mayoría de Estados debería estar de acuerdo. Otro paso sería denunciar el tratado, que es el retiro formal de sus Estados.
Yo no lo veo en el mediano o corto plazo.
¿Colombia se vería afectada en algún sentido al dejar de pertenecer a una organización como Unasur?
Cuando Colombia se unió a Unasur en el 2008 era más por el hecho de participar en una iniciativa en la que la mayoría de los Estados suramericanos estaban participando. Tristemente una impronta de la diplomacia multilateral colombiana ha sido que es mejor participar que no hacerlo, así no se saque nada tangible de esos ejercicios se ha preferido estar en esas organizaciones que no estar. Uno hubiera pensado que se hubiera podido sacar ventaja en temas culturales, ambientales y de integración energética, que es una de las finalidades de Unasur en donde Colombia tenía mucha experiencia, pero a la larga se convirtió en un foro que sirvió para, uno, hacerle contrapeso a la Organización de Estados Americanos (OEA), y dos, hacer algo de amplificación del mensaje del chavismo y el kirchnerismo.
Entonces, uno no puede decir que se hayan sacado grandes cosas o que se haya tenido un gran desarrollo en materia normativa, de integración o política en Unasur. Pero cabe tener en cuenta que, con los cambios de gobierno que hemos mencionado, Colombia podría estar liderando, por ejemplo, la salida, la reorganización y reorientación de Unasur, o su terminación.