La presidenta de Brasil, la izquierdista Dilma Rousseff, defendió el programa de ajuste fiscal que inició su gobierno para enderezar el rumbo de la mayor economía de América Latina, castigada por la desaceleración y la inflación en alza.
“Los ajustes que estamos haciendo son necesarios para mantener el rumbo, para ampliar las oportunidades, preservando las prioridades sociales y económicas del Gobierno”, afirmó Rousseff al instalar la primera reunión del año con todo su equipo de gobierno en Brasilia. Dio su apoyo al programa de austeridad que lidera el ministro de Hacienda, Joaquim Levy, un economista ortodoxo criticado por algunos sectores de su grupo político, el Partido de los Trabajadores (PT).
La mandataria justificó, no obstante, la necesidad de ajustar las cuentas públicas frente a la desaceleración de la economía, la inflación al alza y el difícil contexto externo por la caída de los precios de las materias primas, principalmente.
Al mismo tiempo subrayó las dificultades internas por la fuerte y prolongada sequía que está elevando el precio de los alimentos. Rousseff insistió en que “promoverá un reequilibrio fiscal de forma gradual” para atraer nuevas inversiones y “recuperar el crecimiento de la economía”.
También abogó por la estatal Petrobras y las constructoras implicadas en un sonado escándalo de corrupción, al insistir en que las sanciones no deben llevar a la destrucción de “compañías esenciales” para Brasil.
AFP