A medida que las sanciones contra Venezuela hacen mella -como las prohibiciones a la importación de combustible y productos refinados de Estados Unidos-, los colombianos que viven cerca de la frontera han quedado abruptamente aislados del contrabando más lucrativo y antiguo del mundo.
Durante al menos 25 años, vendedores ambulantes de combustible han traficado la gasolina prácticamente gratuita de Venezuela a través de la porosa frontera para negociarla con consumidores dispuestos a pagar mucho más, pero aún mucho menos del precio estándar en Colombia.
(Las 'mariposas' que mantienen vivo el contrabando de gasolina).
En algunas áreas, las últimas estaciones de servicio legales del lado colombiano cerraron hace años debido a la profusión de gasolina de contrabando.
Ahora la economía local sufre. Por supuesto, los venezolanos han padecido el errático suministro de combustible durante años en la frontera y la escasez ha empeorado considerablemente en las últimas semanas porque las refinerías han cerrado operaciones o funcionan a baja capacidad.
Las filas se extienden hasta por 12 horas al occidente de Venezuela para llenar un tanque con combustible subsidiado; otras personas pagan con dólares en efectivo para obtener un lugar en la fila o para tanquear en lugares clandestinos.
“Vamos a tener que acostumbrarnos a pagar precios colombianos”, dijo Wilfred Cardenas, de 38 años y propietario de una tienda, mientras hacía fila para comprar combustible legal en la ciudad fronteriza colombiana de Cúcuta.
Las sanciones promulgadas por el gobierno de Donald Trump tienen como objetivo presionar al presidente venezolano, Nicolás Maduro, a hacerse a un lado pues esta crisis económica, la más profunda de la historia moderna, ha llevado hambruna a millones y arruinado la industria petrolera de la nación.
Cerca de 4 millones de venezolanos han huido de la crisis que debilita los servicios y pone a prueba las economías de países vecinos.
(Contrabando de combustibles: mercado de $5 billones al año).
Ahora, los colombianos también sienten las sanciones.
El impacto económico del retiro repentino del combustible barato tendrá un efecto “muy importante” en la inflación dado que los mayores costos de transporte afectarán a las empresas locales, dijo Adolfo Meisel, historiador económico que solía formar parte del comité de políticas del Banco de la República.
“El consumo de gasolina era prácticamente 100% venezolano” en algunas partes de la frontera, dijo Meisel.
“En términos de empleo, también habrá un gran impacto”.
RUTA DEL CONTRABANDO
La carretera entre Cúcuta y la ciudad fronteriza colombiana de Puerto Santander -un tradicional corredor de contrabando de combustible- está cada vez más desierta, y los montones de garrafones de plástico llenos de combustible de contrabando que adornaban el camino han prácticamente desaparecido.
Los que aún permanecen están vendiendo sus últimas existencias, y los precios se han casi que triplicado a aproximadamente US$5 por galón.
No hay un solo lugar legal para comprar combustible en toda la ruta de 90 minutos.
En Puerto Santander, donde los grupos armados ilegales han controlado el comercio de contrabando durante décadas, las empresas locales están sufriendo debido a la falta de combustible.
Los comerciantes locales que solían vender alimentos básicos difíciles de obtener en Venezuela, dicen que el comercio ha colapsado porque es más difícil para los venezolanos llegar a comprar.
Cúcuta, la ciudad más grande en la frontera, tiene la tasa más alta de trabajo informal en Colombia: 71%.
La ciudad de 700.000 habitantes se vio afectada por primera vez cuando Venezuela cerró sus puertas a las exportaciones colombianas hace una década, y luego se convirtió en una zona de impacto en la crisis migratoria.
LA MÁS BARATA DEL MUNDO
La gasolina de Venezuela -que tiene las reservas de petróleo más grandes del mundo- es, de lejos, la más barata que existe: se puede comprar todo el combustible de un camión cisterna de 10.000 galones por una fracción de un centavo de dólar estadounidense.
Pero la estatal Petróleos de Venezuela SA, ha luchado por mantener sus refinerías, la logística está en desorden, las sanciones hacen que sea más difícil y más costoso importar combustible y los suministros que quedan se envían primero a la capital, Caracas.
Las autoridades venezolanas dijeron en los últimos años que el contrabando de gasolina ascendía a 50.000 barriles por día.
El 31 de mayo, las estaciones de servicio en Cúcuta vendieron gasolina a 7.200 pesos colombianos (US$ 2,20) por galón. En el mercado negro estaba a 11.000 pesos.
El combustible del mercado negro solía ser mucho más barato, pero ahora consiste principalmente en la reventa de combustible colombiano para beneficiar a las personas que no desean hacer fila.
No todos pierden. Sylvia Escovar, presidenta de Terpel SA, la cadena de estaciones de servicio más grande de Colombia, dijo en comentarios escritos que estos sucesos son una oportunidad para su compañía.
“Vemos una bonita oportunidad en este momento de establecer la diferencia con el contrabando”, concluyó.
Bloomberg