A falta de contabilizar al detalle el reparto de los escaños del nuevo Congreso de Perú, la certeza es que será una cámara atomizada, sin partidos hegemónicos, con extremos reducidos y una preponderancia de la moderación que permite alumbrar una rara estabilidad política para el país.
Que al menos diez partidos distintos tengan cabida en el Parlamento dejará al ejecutivo del presidente Martín Vizcarra gobernar con mayor soltura, e incluso, pese a no contar formalmente con una bancada oficialista, llegar con pocos baches al final de su mandato en julio de 2021.
(Vizcarra se afianza en el poder en Perú).
Ocho partidos aseguraron bancadas, pues ninguno obtuvo mucho más del 10%, según el conteo.
Más aún, las formaciones que se perfilan como mayoritarios como Acción Popular, el Frepap, Alianza para el Progreso, Partido Morado y Podemos Perú, que no van a poder hacer nada sin pactar antes entre ellos, cuentan con propuestas adaptables en algunos aspectos claves de la política de Vizcarra, como la lucha contra la corrupción.
Visto desde otra perspectiva, lo difuso del resultado prácticamente garantiza que no habrá mayorías parlamentarias ni para censurar ministros, ni forzar mociones de confianza, ni mucho menos provocar una destitución presidencial, pasos todos para los que se requieren mayorías calificadas prácticamente imposibles de lograr.
ÉXITO DE LOS MODERADOS
La obligación evidente que van a tener estos partidos de pactar se verá reforzada por el claro mensaje que los peruanos han enviado en esta elección contra los extremos y, sobre todo, contra aquellos que utilizaron el Parlamento para boicotear y obstruir.
En ese sentido, el desastroso resultado que habrían obtenido el partido fujimorista Fuerza Popular y el Partido Aprista del expresidente Alan García reivindican en cierto modo a Vizcarra y su decisión de disolver el Congreso elegido en 2016 y la realización de esta nueva votación.
Fuerza Popular pasaría de 73 diputados a unos 8 y los apristas quedarían fuera del Parlamento junto con la extrema derecha de Solidaridad Nacional.
(Perú intenta, en las urnas, recuperar su estabilidad política).
Como cereza de la torta, Vizcarra puede estar satisfecho al ver que Contigo, el partido ‘oficialista’ en tiempos de Pedro Pablo Kuczynski que se convirtió en azote de su Gobierno, no llegó ni al 1% de los votos.
Esos tres grupos son los que calificaban de “golpe de Estado” la disolución del Congreso y al presidente de “dictador” y ahora han sido volatilizados, salvo el reducto fujimorista, de la vida política del país.
PUENTES Y REFORMAS
Esta lectura de castigo a la obstrucción y a la corrupción ha sido inmediatamente asumida por los partidos que liderarán el nuevo Congreso, cuyos portavoces salieron a señalar que “tenderán puentes” o ejercerán de “oposición constructiva”, tanto entre ellos como entre el Poder Legislativo y el Ejecutivo.
(Crisis en Perú: Presidente Vizcarra anuncia cierre del Congreso).
Sí parece seguro entonces que se podrán abordar algunas de las reformas impulsadas por el Ejecutivo, como la de la inmunidad parlamentaria. No está tan claro, dado también el escaso margen de tiempo del que dispondrá esta cámara para operar antes que, por ejemplo, se puedan tomar decisiones como la renovación de los jueces del Tribunal Constitucional.
Otros asuntos de menor calado requerirán también negociaciones, aunque con la ventaja de que se pueden encontrar aliados hacia todos los lugares del arco.
EFE y AFP