La narrativa, palabra de moda; aunque siempre se ha usado, especialmente en la literatura, ahora se ha vuelto de uso común en la política. Politólogos, políticos en ejercicio, periodistas, analistas acuden a ella con mucha frecuencia.
Se construyen narrativa sobre bases ciertas, por ejemplo, las que hace una empresa cuando describe su misión, visión y valores con la cual compromete a sus colaboradores y ofrece a la comunidad, accionistas, clientes y proveedores, claridad sobre su forma de actuar, su filosofía y sus metas.
Se crean otras narrativas con algún fundamento real, pero maquilladas y retocadas para trasmitir lo que no es totalmente exacto, allí entramos al terreno de la posverdad, de la misma manera que también hacen parte de está ‘P’, como la llama Moisés Naím, relatos completamente falsos con los cuales se engaña a la población tanto en el comercio, como en la economía y actualmente de forma muy grave en la política.
En la semana anterior el presidente de Brasil dijo: “Compañero Maduro, usted sabe la narrativa que se construyó contra Venezuela: la de la antidemocracia, del autoritarismo. Cabe a Venezuela mostrar su (propia) narrativa, para que las personas puedan efectivamente cambiar de opinión”.
Esta frase es otra narrativa inventada por el presidente Lula que no tiene el más mínimo piso: cómo va ser falsa la imagen que se tiene del señor Maduro con pruebas tan contundentes como los millones de emigrantes que ha expulsado ese país y cuyos ojos transmiten su tragedia como lo señaló el presidente Boric, como las investigaciones que tiene por la corte penal internacional por delitos de lesa humanidad, o una recompensa de US$15 millones ofrecida por EE. UU. por narcoterrorismo, las violaciones de derechos humanos a sus opositores, encarcelamientos, asesinatos y violencia que hemos visto todos los habitantes del planeta.
En Colombia la campaña del presidente Petro estructuró todo un plan completo desde que salió electo el presidente Duque para destruir su mandato y así abrirse el paso en la siguiente campaña, esta fue una narrativa montada en falsedades y en la tergiversación y manipulación de las realidades históricas del país, impulsando acciones violentas en medio de la trágica pandemia que golpeaba al mundo, agudizando la crisis económica y social para lograr su objetivo.
Con tergiversación de los datos económicos y acomodando y distorsionando cifras de estudios serios ha tratado de imponer unas reformas inconvenientes para el país, que han sido analizadas por expertos en los respectivos temas y en hacienda pública, señalando las gravísimas consecuencias que tendrían para los ciudadanos y para las finanzas del estado.
Cual será la narrativa que inventarán ahora para desmentir las gravísimas acusaciones hechas por los mismos miembros de su gobierno en relación con oscuros movimientos de dinero, chuzadas ilegales comprobadas, entre otros delitos.
Construir narrativas es la táctica política moderna, otra arma de la posverdad.
MARÍA SOL NAVIA
Exministra