El país ha seguido generando empleo. La tasa de ocupación, que para octubre de 2020 era de 53,2%, durante el mismo mes de 2021 alcanzó el 54,6%. Por su parte, la tasa de desempleo, que en octubre de 2020 se había ubicado en el 14,7%, se redujo ostensiblemente un año después, pasando al 11,8%.
Aunque estos resultados son positivos, los indicadores del mercado laboral todavía evidencian rezagos en el proceso de recuperación que nos deben llamar a la acción, sobre todo si tenemos en cuenta que incluso, antes de la pandemia, la cifra de desempleo ya bordeaba dos dígitos (10,5%) y evidenciaba inquietantes deterioros relacionados con brechas que perjudicaban a mujeres y jóvenes.
A esa disparidad entre géneros y grupos etarios se suma una regional, ya que la recuperación no ha sido la misma en todo el país. Mientras ciudades como Barranquilla y Cartagena han registrado tasas de desempleo de un dígito (9,1% y 9,6%, respectivamente) en el trimestre agosto-octubre de 2021, otras como Ibagué, Montería y Cúcuta registraron niveles de 18,7%, 17,2% y 16,9%, respectivamente.
Para el año que arranca en unos días se espera que el avance en el proceso de vacunación y la gradual normalización de la actividad económica continúen imprimiéndole dinamismo a la generación de empleo en el país, lo que contribuirá a cerrar las brechas existentes entre grupos etarios, género y regiones. Sin embargo, estos factores, aunque necesarios, son insuficientes para lograr alcanzar tasas de desempleo de un dígito, y de allí que se requiera aumentar la productividad y adaptar y modernizar la legislación laboral para que responda a los cambios tecnológicos y sociales.
En materia de costo país, hay que redoblar esfuerzos para continuar solucionando problemas estructurales como la deficiente provisión de infraestructura vial y conectividad, además de buscar aprovechar la apertura comercial y eliminar distorsiones que afectan la generación de valor agregado. Al mismo tiempo, se deben llevar a cabo ambiciosas políticas de formación para el trabajo y estrategias que permitan responder de mejor manera a las necesidades de personal del sector productivo. Además, es fundamental promover una mayor inversión local en Investigación y Desarrollo (I+D), rubro que en 2019 apenas representaba un 0,3% del PIB de Colombia, cifra que ubicaba al país muy por debajo del promedio de la Ocde para ese año (2,5% del PIB).
Debemos avanzar también hacia esquemas de trabajo por horas, buscar la financiación alternativa de algunos costos no salariales, y realizar ajustes al esquema del salario mínimo, toda vez que el actual no reconoce las disparidades entre sectores productivos y regiones. El reto para lograr mayores niveles de empleabilidad es, sin duda alguna, crucial dentro de nuestra agenda socioeconómica.
HERNANDO JOSÉ GÓMEZ
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