Este miércoles, el parlamento alemán, el Bundestag, eligió a Olaf Scholz, como nuevo canciller a la cabeza de una coalición entre los socialdemócratas, los verdes y los liberales. Esta designación de la inédita coalición “semáforo” pone punto final a 16 años del gobierno conservador de Ángela Merkel, quien había anunciado su retiro antes de las elecciones y sigue gozando de popularidad. De hecho, Scholz ganó en parte por enviar el mensaje creíble de ser un continuador de Merkel.
No son pocos los retos que enfrenta el nuevo canciller. En primer lugar, la pandemia del covid-19 sigue golpeando fuerte a la economía más fuerte de la Unión Europea. Alemania atraviesa hoy por otra ola de contagios del coronavirus en medio de altos índices de hospitalización y una creciente resistencia a la vacunación obligatoria y a las restricciones y confinamientos.
Un segundo aspecto es la geopolítica. Con el aumento de la tensión entre Estados Unidos con tanto Rusia como China, la política exterior de la coalición semáforo podría jugar un papel preponderante. Frente a Moscú está el siempre presente tema de la política energética, con el componente adicional de la disparada de precios y el gas natural. Con respecto a Beijing la cuestión está en si Berlín acompañará a Washington en su abordaje.
En materia económica, Scholz enfrenta el doble desafío de manejar la inflación- que ya va en 6 por ciento- y la reactivación poscovid junto a la promesa de avanzar en la descarbonización de la economía 'teutona'. Para que Alemania “reverdezca” su aparato productivo, el nuevo gobierno “semáforo” requerirá de una hoja de ruta con un muy delicado equilibrio entre las urgencias del hoy, los costos en energía y las brechas del cambio.
FRANCISCO MIRANDA HAMBURGER
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