El crecimiento inmobiliario en altura en varias ciudades del país, especialmente en Bogotá –que a pesar de la desaceleración aún es referente nacional del auge edificador–, ha obligado a los constructores a reinventar lo que ofrecen y a las copropiedades a tener gente especializada en la administración de un uso que sigue sumando más metros cuadrados.
La demostración de esa dinámica fue confirmada en el Censo Inmobiliario 2016 presentado por Catastro Distrital ligados, estrechamente, al desarrollo de la propiedad horizontal en la ciudad. De hecho, el año pasado cerró con un 70 por ciento de edificaciones sometidas a este régimen y un total de 2’096.346 predios nuevos incorporados, de los cuales 1’489.954 están en los estratos 2, 3 y 4.
Para ratificar la tendencia, Portafolio tuvo acceso a unas cifras de la Cámara Colombiana de la Construcción (Camacol) que indican que el 86,2 por ciento de las viviendas que se desarrollan en el país son apartamentos. Una tendencia que se confirma en las principales ciudades y que tiene relación –entre otras razones– con la falta de suelo y, por lo tanto, con la necesidad de redensificar.
Antioquia, por ejemplo, es uno de los departamentos con más edificios y, en consecuencia, con más apartamentos. Allí, datos revelados por constructores de Urabá al finalizar el 2016 advertían que “a las familias no les gusta vivir en edificaciones de altura. Sin embargo, el porcentaje de quienes quieren habitar un apartamento aumentó de 3 por ciento en el 2015 a 19 por ciento en el 2016”. Y así ocurre en otras ciudades, donde los edificios llegaron para quedarse.
Desarrollo inmobiliario en altura es en todo el país
Tras esta dinámica, es evidente el impacto económico pero también la necesidad de atender el día a día en materia de convivencia. Por eso, y a propósito de que este mes y marzo son claves para la organización de asambleas en edificios y conjuntos, la abogada Nora Pabón Gómez complementa este informe con algunos aspectos prácticos ligados, de una u otra forma, al crecimiento en altura que está impulsando más obras en el régimen de propiedad horizontal.
Sobre el impacto económico, varias personas plantean a diario preguntas relacionadas con el aumento desproporcionado de las cuotas de administración en algunas copropiedades. Al respecto, la abogada recuerda que los ajustes dependen del presupuesto de cada edificio o conjunto.
En ese rubro –agrega– se debe tener en cuenta que cada año aumentan los costos de salarios mínimos de los trabajadores, la vigilancia y la administración, entre otros. Y aunque hay personas que a veces desean que no se aumenten las cuotas, es necesario hacerlo en aras de mantener la calidad de vida en la copropiedad.
Otro ajuste importante está relacionado con el presupuesto que se debe destinar, entre otros, a los bienes comunes. Vale recordar que estos requieren reparaciones, mantenimiento y conservación, y para ello hay que hacer las previsiones de rigor.
Al respecto, Pabón recuerda que a los propietarios les corresponde asumir las cuotas ordinarias y extraordinarias, mientras que los arrendatarios y demás tenedores solo serán solidarios para el pago de las ordinarias.
La abogada también tiene un capítulo para el caso de las piscinas, que se han convertido en parte importante de la nueva oferta inmobiliaria en auge no solo campestre o en ciudades de veraneo, sino en capitales como Bogotá. Por eso, en proyectos que las tienen, los administradores deben hacer las previsiones con el fin de que se cumplan las normas que existen al respecto, algo que se complementa con la previsión de recursos para realizar las obras necesarias que garanticen los derechos de las personas con algún tipo de limitación física.
Esta es solo parte de la dinámica que se ha consolidado como consecuencia de más edificios en obra, más predios en desarrollo y un urbanismo en constante crecimiento.
GABRIEL E. FLÓREZ G.
ECONOMÍA Y NEGOCIOS