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Emprendimiento

22 dic 2019 - 8:00 p. m.

El miedo, ¿un estigma para crecer?

Cómo sortear las dificultades para superar barreras.

Emprendimiento

Cuidar los detalles y entender que de todo se aprende es el secreto para administrar de forma exitosa un emprendimiento que se quiere llevar a grandes ligas.

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Las historias que a diario conocemos sobre desarrollo empresarial están llenas de ejemplos y tienen todas, podría así decirse, rasgos comunes como la superación, el esfuerzo, la perseverancia, las restricciones, etc. que las hacen únicas pero también sugestivas, para aquellos que están en la tarea de contribuir con el crecimiento de su empresa o tal vez, de cómo concebirla de una mejor manera.

(Lea: ¿La creatividad es más importante que el talento al emprender?)

Este proceso apunta a descubrir también qué conceptos y experiencias influenciarán para comprender, aprender y trasformar situaciones, comportamientos y paradigmas en los que se sustenta su realidad. El Caso de Joneider Nieto Gutiérrez y su esposa Diana Arenas Landinez nos revela que aquella sensación de miedo que se hace presente cada vez que ocurre un suceso extraordinario o inesperado en alguno de sus restaurantes, no los enceguece o perturba de manera dramática, sino que los activa de manera positiva para enfrentar el día a día.

(Lea: Mayor riesgo, clave en fondos que invierten en innovación)

Los restaurantes en Chía Jonny’s Restaurant, Jonny’s Arepas al Carbón, Jonny’s Campestre, Jonny’s Wok y en Cajicá Jonny’s Sazón, expresan que la claridad en la visión y la precisión en la ejecución, hacen parte de una continua disciplina de planeación que no deja detalles al azar y no permite que el miedo intimide.

Las angustias de aquel niño residente de San Mateo Soacha, que tuvo la iniciativa de salir a vender empanadas y palitos de queso a los ocho años, para apoyar a sus padres porque en casa no había los medios suficientes para sustentar los gastos de la familia, le enseñaron desde temprana edad la importancia de no quedarse quieto, analizar hechos, pero sobre todo, observar e identificar sucesos para aprender en detalle sobre cada trabajo y su logística y así, ofrecer productos de buena calidad y venderlos.

Retos como estudiar inglés de manera autodidacta para poder pasar un examen en una reconocida empresa internacional de cruceros, ofrecerse a trabajar horas extras para aprender de un experto y cubrir la falta de un compañero de trabajo, someterse a lavar baños como primera oportunidad para iniciar un proyecto laboral entre otros, hacen parte del proceso que este empresario asumió, para formarse en la lógica de cómo se conciben y se hacen primero los negocios, para después hacer empresa.

Desde esas primeras etapas, comprendió que la alta dirección de una empresa, debe siempre tener el control. Para anticiparse al miedo, y evitar bloquearse, lo mejor es definir y asumir una vigilancia efectiva, que incluye dominar los procesos y sus métricas.

A los 11 años se fue a vivir a Chía y durante dos años, todos los fines de semana cocinaban almuerzos en familia para vender a los trabajadores de un prestigioso centro comercial del municipio. En ese momento de vida intuyó que lo suyo era tener algún día su propio negocio y para lograrlo, debía dominar todos los detalles para poner en marcha el proyecto en mente.

Es en este instante, cuando se complementa la intuición con el análisis de información y clasificación de los datos existentes. Durante este desarrollo, se hizo primero parrillero de un restaurante en la capital y con su afán de progreso, logró llegar a trabajar en los restaurantes de dos de los grandes empresarios de la buena mesa en Colombia, Harry Sasson y Leo Katz, a quienes agradece todos los días, pues ellos le enseñaron de manera generosa y desinteresada, además de apoyarlo en su evolución personal y profesional para edificar al Jonny de hoy.

Ya a los 20 años, tuvo la oportunidad de conocer en uno de los restaurantes donde laboraba a un directivo de una importante cadena hotelera, quien a pocos días de conocerle lo citó en sus oficinas y lo contrató de manera inmediata.

La característica en ese joven empresario, ha sido la disposición a crecer con humildad, virtud que reconoce como una condición no para sentirse inferior a otro, sino como la mejor actitud del ser humano para aprender.

Llegó a trabajar en una compañía de cruceros transnacional en donde tuvo a su cargo a unos 600 colaboradores. Luego de dos duras temporadas, como son las de altamar, regresó a su país para quedarse definitivamente y confirmó que la cocina era lo suyo.

Entendió desde la práctica, que ampliar continuamente el conocimiento le generaba experticia y fue así como pudo adelantarse a los dilemas diarios de la empresa y enfrentarlos con seguridad, pero sin la terquedad del gestor que ‘lo sabe todo’, pues reconoce siempre el valioso aporte de sus colaboradores en todo lo que hacen.

El primer restaurante en Chía lo abre con la lógica y criterio de hacer parte e impulsar una industria. Sentirse como lo expresa, parte de la ‘industria de la hospitalidad’, que le permite ser consciente de la cadena de valor en la que se desarrolla y tomar decisiones pensando más allá del beneficio de corto plazo. Y es que cuando hay consciencia sobre los seres que hacen parte del sistema, sus necesidades y sus sueños, todo es diferente. Ser incluyente y formar a los colaboradores es una condición que le ha generado resultados a lo largo de su historia.

De otro lado, un desarrollo no acertado como el vivido con la panadería y pastelería que abrió en Chía, le permitió comprender que un empresario también se equivoca y que el sobredimensionamiento en equipos y operación, no le permitió generar los recursos para cubrir el exagerado diseño del negocio.

El error lo captó y más allá de morir acorralado por el susto, rápidamente cerró el punto y pronto puso freno a las pérdidas. En ese momento entendió que, a pesar de los logros, no ha de considerarse poseedor de la ‘verdad revelada’, pues para ese caso, creó una sofisticada infraestructura que el mercado no costeó desde el volumen de consumo.

En la equivocación se gesta la experticia y cada etapa de un emprendimiento tiene hechos y dificultades que se deben asumir sin adicionar elementos emocionales que hacen invisible lo visible. Enfrentar la equivocación sin el ego sobredimensionado, ha servido para entender la necesidad de concebir y desarrollar empresa con firmeza, serenidad.

Al final, se evidencia que el miedo no ha de ser un obstáculo, un estigma del que se reniega o una expresión que puede llamar a la ‘mala suerte’, sino una sensación que advierte y apoya para controlar, anticipándose más bien con actitudes para poder impulsar nuevas ideas, escenarios de innovación y ejecución más seguros y asertivos.

Germán A. Mejía A.
Director General bmLab Latam

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