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Emprendimiento

24 abr 2020 - 2:43 p. m.

¿Primero el huevo o la gallina?

Hoy la estrategia se construye y se refuerza día a día, se trabaja con aquellos que están involucrados en la operación de la compañía.

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La experiencia de los exitosos sugiere que se debe proyectar cómo será el nuevo camino del innovador cuando aún hay dependencia.

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A la hora de aventuramos a entrar en el “muy codiciado” mundo del emprendimiento, una de las primeras cosas que debemos tener en cuenta, es que vamos a pasar de tener un trabajo con un rol específico a convertirnos en unos “toderos” consagrados.

Y nos gusta mucho reconocer, presumir y exaltar dicha cualidad que nos convierte en una especie de superhéroes: creativos, trabajadores, recursivos, expertos en ventas, mensajería, transporte público, servicios generales, facturación, producción, logística, cobranzas, etc. Para resumirlo, terminamos siendo unos grandes artistas en el espacio emprendedor.

Sin lugar a duda, que tengamos que hacer de todo en nuestras primeras etapas como emprendedores es más importante de lo que se cree. Al ponernos esa capa de superhéroes, contamos con una lupa en la mano para entender los detalles más relevantes de nuestro negocio. Además, al vestirnos de “toderos”, desarrollamos habilidades que redundará en beneficios y aprendizajes en el liderazgo que tendremos que ejercer en el futuro.

La mecánica de trabajo del “todero” es una constante de las pequeñas compañías en sus primeros años y un beneficio innegable. Sin embargo, este comportamiento empresarial contradice toda lógica académica que enseña a siempre mantener un alto nivel de rigor en cuanto a planeación y seguimiento.

En mi caso particular, entiendo mucho más al emprendedor que a la academia, porque esta última no está sentada, día tras día, tratando de vender para subsistir, y buscando la forma de cubrir todos los costos y los gastos en esa carrera contra el tiempo que tenemos los emprendedores de demostrarnos a nosotros mismos que nuestra pasión es más importante que generar resultados.

Por otro lado, también hay que entender el riesgo de permanecer como todero el cien por ciento del tiempo. No hay nada más peligroso para nuestra futura organización que quedarnos en el cuarto de máquinas operando sin tener espacios de tiempo para salir de ahí, subirnos al balcón (ese lugar donde vemos todo desde otra perspectiva) y observar desde allí lo que está pasando, anotarlo en un cuaderno para analizar y tomar decisiones. A ese conjunto de cosas, insignificantes muchas veces para un superhéroe, se le llama estrategia.

Para que un emprendedor empiece a ser un estratega, no se necesitan sesiones de trabajo al principio del año de dos o tres días, donde se reúnen sólo aquellos que toman decisiones.

Hoy la estrategia se construye y se refuerza día a día, se trabaja con aquellos que están involucrados en la operación de la compañía, y se basa netamente en el análisis de la información que se genera a diario.

Para ello, la data del negocio se debe registrar con una alta rigurosidad con el fin de tenerla a la mano, y observar todo el tiempo para tomar decisiones y medir su impacto. Sé que muchos me van a condenar por lo que voy a decir (incluido mi equipo de trabajo), pero si es necesario cambiar la estrategia todos los días, hay que estar dispuestos a hacerlo; eso sí, sin perder de vista nunca nuestro norte, nuestra visión y nuestros objetivos.

En muchas conversaciones con nuevos emprendedores, salta a la vista que son personas altamente comprometidas con la operación de su empresa, eficientes haciendo lo que nadie más puede hacer mejor que ellos, pero que, en su lista de prioridades, el análisis, diseño y seguimiento de una estrategia adecuada ocupa casi el último de los lugares.

La razón principal: “falta de recursos como tiempo y dinero”. Tiempo, porque la operación los consume, tratando de resolver problemas del día a día, gastando sus esfuerzos en asuntos donde son indispensables porque: “nadie hace las cosas como yo”. Dinero, porque nunca existen excedentes para contratar a ese alguien que pueda volverlos menos operativos o para adquirir herramientas tecnológicas que los ayuden a llegar a otro nivel.

Entonces, qué fue primero: ¿el huevo, o la gallina? El huevo: sacar los superpoderes y sentarse a operar porque no se tienen suficientes recursos para crecer. La gallina: buscar recursos, invertir para operar menos y tener tiempo para diseñar una estrategia que permita crecer.

Como lo dije en un principio, convertirse en “todero” es importante; sin embargo, no debe pasar mucho tiempo antes de que el emprendedor se dé cuenta que tiene que dedicar su tiempo a dejar de hacer las cosas urgentes y dedicarse a las importantes.

No es una tarea fácil, pero de seguro, el resultado a la vuelta de pocas semanas se va a notar, y lo que en un principio dolió, se convertirá en una disciplina, porque los buenos resultados, seguro lo llevarán al siguiente nivel.

Juan Carlos Suárez
CEO de Q.enta

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