Detrás del Chocoramo, el Gala, el Gansito, las galletas Lecheritas y toda la actividad productiva y comercial de la organización empresarial Ramo está el nombre del emprendedor Rafael Molano Olarte, quien falleció este miércoles a los 90 años en la Clínica del Country, de Bogotá. (Vea en este video la historia de Ramo y su fundador).
Al hacer un perfil de su padre, Mauricio, el mayor de sus ocho hijos, lo destaca por su capacidad para anticiparse a los modelos empresariales de hoy como la sostenibilidad y la responsabilidad social, más allá de todo su aporte en el desarrollo de productos exitosos y en prácticas empresariales estratégicas desde el punto de vista productivo y comercial. Ramo tiene más de 60 años en el negocio y todavía tiene por hacer en el mercado colombiano.
Enamorado de las tradiciones colombianos desde siempre, dice que su padre creó el estribillo “feliz cumpleaños amiguito / te desea ponqué Ramo”, del compositor Santander Díaz, porque no quería que los colombianos celebraran en otro idioma, al tiempo que resalta todo el espíritu gremial y social que promovió en su pueblo natal, Santa Rosa de Viterbo, entre sus empleados y entre sus colegas empresarios.
En una casa del barrio Los Alcázares, en Bogotá, empezó el desarrollo del ponqué Ramo, inspirado en la fórmula de la abuela y financiado con un crédito de la cooperativa de Bavaria, donde el empresario trabajó en la década del 50. Desde el comienzo fue fundamental el trabajo hombro a hombro con su esposa, Ana Luisa Camacho, dice Mauricio Molano.
A la par que el producto avanzaba en calidad y variedad, la capacidad comercial de don Rafael se evidenció en varias etapas del negocio. Por ejemplo, cuando entendió que las tiendas y la venta por porciones podría darle salida al producto. Para comercializarlo de esa forma, el ajuste del tradicional producto con unas cintas de papel de seda fue clave para que la presentación fuera óptima y no se desbaratara.
Ante la aceptación de los consumidores, don Rafael dejó el trabajo en la cervecera y tecnificó más su compañía con una batidora y un horno más grande. Ahí empezó el uso de la marca Ramo, inspirada en la forma que tomaba la cinta cuando se ajustaba el ponqué y no del nombre del fundador, según contó en 2008 el propio Mauricio Molano.
Fue toda una innovación en su momento la disponibilidad del ponqué Ramo fresco en las tiendas, teniendo en cuenta que era exclusivo de las celebraciones. Esa revolucionaria estrategia mereció ser destacada en 1967 en un concurso internacional de mercadeo.
Otra innovación para llegar a las tiendas fue el uso de las bicicletas para la distribución, teniendo en cuenta el desarrollo en otros países.
Tras montar una planta en Mosquera hacia 1970, luego se extendió a Sabaneta (Antioquia) y Palmira (Valle) en 1983.
Tras el ponqué, Chocoramo y Gala, el portafolio de la compañía ha ido creciendo hacia las Achiras, el pan, los snacks (Maizitos, Tostacos), los Gansitos y, últimamente, los Choco Brownies. En galletas, tiene marcas como Limoncitas, Lecheritas y Carmelitas.
Hoy, la empresa que dejó don Rafael marcha bajo un protocolo familiar, con miras de mantener su origen colombiano y con la perspectiva de internacionalizarse, dice el mayor de los hijos.
La familia tiene previsto para hoy un acto privado para despedirlo y el viernes a medio día está programada una ceremonia en la capilla del Gimnasio Moderno.
RAMO, UNA COMPAÑÍA EN MARCHA
En el 2007, don Rafael Molano fue designado empresario del año por la Universidad del Rosario, dado su aporte al sector privado. La organización y su legado siguen bajo el cuidado de sus hijos, en un consejo asesor.
“Desde hace ocho años, hemos venido haciendo un proceso de sucesión generacional que requiere un cambio de cultura organizacional”, explica Mauricio Molano.
Los ocho hermanos hacen parte de un consejo de socios que designa una junta directiva.
En el protocolo de familia se hizo un pacto, según el cual ninguno de ellos pude aspirar a la presidencia de la empresa.
Hoy los destinos de la compañía están en manos del ejecutivo Óscar Gutiérrez.