Según su presidente, Álvaro Navas, la entidad planea abrir entre 50 y 60 oficinas más, consolidándose como el banco con la mayor red de oficinas en Colombia.
Pero esa no es su única estrategia de expansión. De acuerdo con Navas, el Banco Agrario estudia la posibilidad de incursionar en el crédito hipotecario.
El funcionario habló con Portafolio de estos y otros temas.
El Banco Agrario también está entregando viviendas gratis a campesinos. ¿En qué el programa?
Este ha sido un modelo de gestión pública en soluciones de vivienda. Este es un modelo en el que el Ministerio de Agricultura asigna los recursos y el Banco Agrario procede a abrir convocatorias. Los municipios se presentan y la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional verifica que los proyectos presentados por los municipios cumplan con los criterios establecidos. De esta manera se hace la adjudicación de los proyectos.
¿Y los municipios hacen algún aporte?
Sí. Ellos tienen que aportar el 20 por ciento del valor total del proyecto. Muchas veces lo hacen con el apoyo de las gobernaciones o los departamentos y en algunos casos con regalías.
Luego, entidades como las cámaras de comercio, las cajas de compensación y algunas fundaciones, se involucran al proceso.
¿Y son casas totalmente gratis?
Así es. Completamente gratis. Hemos entregado cerca de 42.000 soluciones de vivienda en los últimos tres años.
Un número similar está contratados y están por contratar 17.800 viviendas. La meta es construir 100.000 en el sector rural, según lo señalado por el Plan de Desarrollo. Aquí hay un hecho muy importante: ninguno de estos proyectos se ha siniestrado.
¿Cuál es el valor promedio de estas casas?
Entre 17 y 20 millones de pesos, mientras que en la ciudad valen el doble debido al precio del suelo. Se trata de casas adecuadas a las condiciones climáticas y topográficas de cada región.
¿Y qué viene después?
Las familias pueden hacerles mejoras por cuenta propia.
Pero estamos avanzando en otro proyecto, que consiste en involucrar a la empresa privada. Lo que queremos hacer a través de un mecanismo en el que, por ejemplo, las grandes empresas mineras del país pueden apadrinar la construcción de vivienda. También tenemos el esquema 50-50.
Lo estamos haciendo con Colanta. Nosotros ponemos la mitad del valor del proyecto y ellos el resto. Eso beneficia a los campesinos afiliados a la cooperativa. Así mismo, lo podemos hacer con otras empresas.
¿Y hay interés de las empresas mineras en este modelo?
Sí. Ellos saben que deben involucrarse con las comunidades para poder explorar y explotar con sentido social las minas, sin conflictos con la comunidad.
¿El Banco Agrario ha contemplado la posibilidad de incursionar en el crédito agropecuario?
Sí. Lo estamos estudiando. La idea es financiar un rango de vivienda hasta 200 millones de pesos, es decir, los créditos con tasa subsidiada. Pero eso apenas lo estamos evaluando.
¿Tienen planes de apertura de más oficinas?
Sí. En el contexto del posconflicto, tenemos la tarea de promover la bancarización rural; por eso pensamos que debemos ampliar nuestra ya robusta presencia en las zonas apartadas.
La idea es abrir entre 50 y 60 oficinas más, en una programación que podría durar varios años. Hoy tenemos una red de 748 oficinas.
Además, buscamos aprovechar el programa Vive Digital, del Ministerio de las TIC, para llevar servicios financieros a muchos lugares. Se trata de puntos de atención en donde la gente pueda hacer consultas, transacciones bancarias y obtener información sobre crédito. Allí tendremos unas fuerzas móviles comerciales, durante días específicos, para atender las inquietudes de los usuarios.
¿De qué manera impacta al Banco Agrario la obligación que tiene de hacer los pagos a los programas sociales del Gobierno?
Esas son operaciones costosas, lo que hace que la banca comercial, con algunas excepciones, no muestre interés en prestar estos servicios. Pero nosotros también tenemos una misión social muy importante.
En la actualidad, en los distintos programas sumamos cerca de 3,4 millones de familias que son atendidas con estos programas. Guardabosques, tercera edad, jóvenes en acción, Familias en Acción, y vamos a pagar hasta subsidios de gas que se comercializa en cilindros.
Pero esto nos ayuda a bancarizar, como lo hemos hecho con 1’300.000 nuevos clientes de nuestra entidad.
¿Cómo va el banco en materia de crédito agropecuario?
Seguimos financiando la agricultura y la ganadería de manera normal. Pero estamos viendo un gran potencial de desarrollo en algunas regiones del país, como la Altillanura. También sucede en La Mojana.
¿Y con los pequeños productores?
El Banco Agrario tendrá que hacer unas transformaciones para poder convertirse en un aliado clave para el desarrollo agroindustrial del país. Tenemos apoyo a los proyectos agroindustriales, pero también lo hacemos con los pequeños productores.
La idea es tener una economía de coexistencia entre los diferentes sectores, de tal manera que en el país haya grande y pequeña agricultura y ganadería.
Con los pequeños trabajamos, además del FAG, con el programa de garantías complementarias que se hace a través de las alcaldías. El fondo respalda el 70 por ciento de los créditos y los municipios, el 30 por ciento.