En 1963, de la mano de don Julius Bakalarz, un polaco que llegó a Colombia para forjar empresa, se creó Stanton, una compañía que entonces fabricaba sandalias playeras y que hoy es productora y comercializadora de reconocidas marcas de calzado: Brahma, Aeroflex, Solimar, Ibiza, Baxter, La Pandilla y Cauchosol.
Cuenta con dos plantas de producción y una red de más de 400 puntos de venta al detal en todo el país.
Ahora, hace una nueva apuesta en el mercado con sus tiendas Brahma Concept, “que incluye zapatos, ropa, accesorios y todo un estilo de vida”, explica Ronald Bakalarz, uno de los hijos del fundador y presidente de la junta directiva de la compañía.
Stanton recibirá de parte del presidente Juan Manuel Santos la Orden de Boyacá en la categoría de Cruz de Plata como reconocimiento a su protagonismo en el desarrollo industrial del país.
¿Qué significa esta distinción del Gobierno?
Es un honor recibir un reconocimiento de esta magnitud. Fundamos la empresa hace 50 años, y hoy somos la organización de calzado más grande del país, desde el punto de vista industrial y comercial.
Generamos 3.000 empleos directos y 2.000 indirectos. Vendemos 20.000 pares diarios en diferentes categorías. Desarrollamos buenos productos para el consumidor colombiano. Así lo reconoce el Gobierno, y esto es emocionante.
¿Es fácil hoy ser pequeño y crecer como lo han hecho ustedes?
Sí. Hay que tener creatividad, visión, trabajar duro y administrar bien los negocios.
Las oportunidades abundan y Colombia es un mercado grande, con una clase media creciente, con una capacidad de consumo importante.
¿Cómo aprovechan esas oportunidades?
Ahora creamos Brahma Concept. Basándonos en la fortaleza de nuestra marca Brahma, que es de calzado y un estilo de vida, nos hemos ampliado al mundo de la ropa y los accesorios. Decidimos crear una cadena de almacenes, y es nuestra nueva apuesta en el país.
Tenemos seis puntos en Bogotá. Al final de este mes, habrá otros dos, en la capital y en Yopal. La idea es llegar a 100 puntos en el menor tiempo posible.
En general, tenemos dos fábricas, administramos 400 puntos de venta al detal, distribuimos al por mayor y tenemos clientes independientes que también comercializan.
¿Cómo terminarán el año?
Somos optimistas y esperamos que al finalizar el año el crecimiento real sea de 10 por ciento. El 2013 arrancó muy lento y hemos ido mejorando.
¿El decreto que aumentó los aranceles a las importaciones de ropa y calzado mejoró la situación?
El Decreto 074 ha sido un poco malentendido. El problema que se ha agravado desde hace muchos años de una forma impresionante ha sido el de la importación ilegal de zapatos por subfacturación o contrabando técnico.
Tan pronto salió el decreto, a los tres meses se vio la caída de zapatos subfacturados.
Se ha dicho que al sector se le aplicó una decisión proteccionista, pero no es así.
A medida que ha pasado el inventario, hemos sentido una reacción favorable a la demanda de la fabricación nacional.
¿Hace bien el Gobierno en frenar las negociaciones de tratados de libre comercio?
Me parece importante este nuevo giro. No se trata de medir cuántos tratados de libre comercio tenemos, sino cuáles son. Hoy estamos cubiertos con los principales mercados de todo el mundo.
Ahora, lo importante es que en lugar de hacer más tratados, nos dediquemos a vender a estos países. Creo que esa una dirección correcta.
Para eso hay que invertir en productividad, en competitividad e infraestructura.
Aunque las fábricas pueden mejorar su productividad cada punto que ganamos lo perdemos en tasa de cambio.
¿Cuál es su preocupación con la tasa de cambio?
Es muy complejo. No tenemos una tasa de equilibrio desde hace muchos años.
No es sino recordar que hace más o menos 6 años, llegó a bordear los 3.000 pesos y llegó a bajar a un poco más de 1.600 pesos.
Eso es una revaluación cercana al 50 por ciento.
Entonces es muy fácil para los analistas decir que hay que aceptar la tasa de cambio y ser competitivo, pero recuperar 50 por ciento de tasa de cambio es casi decir que las fábricas están paralizadas.
¿Cómo califica a los industriales colombianos?
Creo que el industrial colombiano es muy bueno.
Si uno analiza las importaciones de maquinaria y equipo en los últimos años, se ve el esfuerzo en invertir, pero si uno no puede ser competitivo con la tasa de cambio, debemos serlo con los otros instrumentos que tenemos a la mano.
Pero lo que no podemos es ni tener tasa de cambio, ni tener carreteras, ni tener energía competitivamente, ni tener puertos eficientes.
No puede ser que nos golpeen por todos los lados y que nos digan ustedes los industriales tienen que ser mucho más competitivos.
El país es el que debe volverse más competitivo, no solamente un sector de la economía. Ese fenómeno de la tasa de cambio está influenciado por muchas cosas, alta inversión extranjera, hay que compensarlo con otros mecanismos de competitividad, y eso hay que tenerlo muy claro.
Por supuesto, las intervenciones del Banco son importantes y lo estamos viendo.
¿Nos estamos desindustrializando?
Ciertamente, pero no tanto, creo yo, por el marco de comercio exterior, como por el grave problema de contrabando técnico.
La dificultad de la industria no es cuando tiene que competir con la cancha pareja, es cuando le toca competir con la ilegalidad, cuando más del 50 por ciento de los zapatos que se venden en el país se vende ilegalmente.
Eso se repite con confecciones, textiles, electrodomésticos, arroz y productos agrícolas.
Constanza Gómez G.
Economía y Negocios