Impulso al emprendimiento, formalización y medidas para que las empresas sobrevivan, son puntos considerados esenciales para las cámaras de comercio del país, y por ello los van a tratar en el congreso anual de Confecámaras, que se realiza entre mañana y el viernes en Cartagena. El presidente de esa organización, Julián Domínguez, explica qué se necesita para realizar la que denominan ‘Agenda empresarial por un nuevo país’.
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¿Cuál es esa agenda?
La agenda empresarial contempla reconocer que el empresarismo tiene tres fuentes: creación de nuevas firmas (emprendimiento); formalización empresarial (traer a la legalidad a las que están por fuera) y que las compañías perduren.
¿Qué se requiere para que haya más emprendimientos?
Hay que generar las condiciones para que quienes tienen ideas puedan convertirlas en verdaderos emprendimientos. Además, tiene que ver con temas tributarios, con darles fortalezas en herramientas de gerencia, de mercadeo, de innovación y de buen gobierno corporativo.
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¿Cómo está Colombia en emprenderismo?
La ventaja es que en Colombia hay mucha creación de empresas. En el primer semestre de este año nacieron 185.000 unidades productivas, con crecimiento del 3,6% respecto al primer semestre del año pasado. De estas, el 99% son micros pequeñas y medianas.
Pero no perduran...
De cada 10 que se crean solo sobreviven 3, un índice bajo si se compara con Chile o la Ocde, donde a los cinco años sobreviven seis.
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¿Por qué mueren tantas?
Hicimos un estudio que establece cuáles son los determinantes de la productividad de las empresas que crecen aceleradamente y encontramos temas muy interesantes, hallazgos que entregaremos en el Congreso, que son fundamentalmente factores de capital humano, es decir tener buen recurso humano, y paquetes de incentivos a los trabajadores.
Igualmente, estas empresas hacen alianzas y así logran usar toda la oferta pública de beneficios, sobre todo para las pequeñas, pero se alían también con los proveedores, con su red de distribución; también, están siempre pensando cómo innovar en los productos, procesos y mercados. Así mismo, tienen una productividad laboral 10% superior a las que no aplican esas buenas prácticas.
¿Qué más se necesita?
Un capítulo muy importante en el cual el Gobierno ha enfatizado es la Ventanilla Única Empresarial, que obedece a la necesidad de facilitar la creación de empresas, pero también que estas puedan operar eficientemente y liquidarse fácil. Una gran cantidad nunca se liquidan porque hay un limbo de salida y eso no es bueno. Lo que hemos planteado es que la Ventanilla Única es un programa de acompañamiento en trámites y procesos, un solo sitio que ayude con la obtención de licencias, de simplificación e incluso de ofertas institucionales del sector público y privado, especialmente para las pequeñas y medianas, en materia de créditos e inteligencia de mercados.
¿Hace tiempo no se viene hablando de eso?
Sí, y cuando comenzamos, crear una empresa demandaba de 11 pasos y 55 días. Ahora estamos en 8 pasos y 11 días.
¿Cuál es la meta?
El objetivo sería pasar de 8 procedimientos a 4, y de 11 días a 6, similar a los países de la Ocde. A eso podríamos llegar rápidamente si llevamos los temas de seguridad social a la ventanilla, por ejemplo los asuntos referidos a ARL, EPS, fondos de pensiones y cajas de compensación.
¿Hay algún obstáculo para hacerlo?
Ya tenemos la plataforma tecnológica. Se trata es de lograr una interoperabilidad tecnológica con estas entidades; es un tema de voluntad y de tener claro que haciéndolo se le aporta muchísimo al empresario.
¿Dónde operan ya las ventanillas únicas?
Se hizo un piloto con el Banco Mundial, el Mincomercio y la Cámara de Comercio de Bogotá (CCB) en el cual se avanzó mucho. Ahora planteamos la posibilidad de ampliarlo a diez ciudades más y muy rápidamente a otras 46, donde hay cámaras de comercio. Podríamos tener antes de un año las 57 cámaras con ventanillas únicas.
¿Qué proponen para mejorar la productividad?
Sin duda la eficiencia productiva se mejora si logramos que los empresarios y el Gobierno trabajen juntos en apoyar la innovación en productos, mercados y procesos dentro de las organizaciones, con el fin de agregar valor. Tenemos el ejemplo de un programa con Colciencias, en el cual le entregamos el premio a siete empresarios que vienen innovando en economía naranja, biodiversidad, biotecnología e incluso en logística, porque está demostrado que las empresas que innovan crecen más que las que no lo hacen.
¿Cómo tener más financiamiento para las pymes?
Se requiere movilizar productos nuevos en el sistema financiero. Uno muy importante y de gran impacto en el mundo es el de garantía mobiliarias. Todavía el mercado financiero colombiano no asimila la importancia de esta herramienta, que es distinta a la tradicional de hipotecas y prendas, porque se puedan entregar como garantía los futuros de cosechas y producción.
Lo otro es la creación de un mercado de facturas electrónicas, dado que va existir la obligación, desde el primero de enero, de tener estas facturas, y es una manera de aliviar el valor del crédito; la otra es la posibilidad de que las pymes puedan emitir papeles.
¿Cómo sería eso?
Se ha venido trabajando en alianza con la Bolsa de Valores de Colombia y la Corporación Andina de Fomento (CAF) en el diseño de un mercado donde, con todas las características de un mercado de gran empresa, se pueda hacer procedimiento de administración de los títulos, la calificación de inversión y poder emitir a partir de eso, bonos o papeles comerciales para pymes, con un procedimiento absolutamente calificado para que a los inversionistas se les garantice que se trata de un proceso serio y no especulativo.
Otro punto de su agenda es el desarrollo del sector empresarial rural. ¿Cómo hacerlo?
Muchas de las eficiencias que se dan en las empresas industriales urbanas no se replican en el sector rural y en ese orden de ideas, en las propuestas que hemos hecho para el Plan de Desarrollo planteamos la posibilidad de desarrollar por ejemplo mejores redes de proveeduría, porque el proceso entre el productor y el consumidor es muy ineficiente. El diseño de estas redes permite dinamizar la oferta agrícola local y ampliar oportunidades de acceso. También sugerimos que los beneficios que se establecieron para las zonas más afectadas por el conflicto se extiendan a otros municipios con alta pobreza y bajo crecimiento.