Las normas de contratación vigentes incluyen varias formas de selección de contratistas y entre ellas las de mayor utilización son las licitaciones públicas y los concursos de méritos. Las primeras para seleccionar, en el caso de las obras públicas, constructores, y las segundas, en el mismo caso, consultores.
En ese orden de ideas, mientras en la licitación puede prevalecer la obra material y se consideran relevantes los materiales y los equipos, en el concurso de méritos, como su nombre lo indica, prevalece la actividad intelectual. Esa circunstancia especialísima es la que explica que cuando se trata de seleccionar un consultor para la elaboración de estudios, diseños o interventorías, en esta última modalidad, la ley le quita relevancia al factor precio y la decisión debe tomarse con base en factores relacionados con la experiencia y preparación del oferente para la ejecución del contrato, a contrario sensu ocurre con las licitaciones donde el criterio precio, por lo general, tiene una preponderante influencia.
La particular y afortunada circunstancia de no tener en cuenta el valor de la oferta, para efectos de calificación, ha propiciado la común ocurrencia de empates en los puntajes obtenidos por los participantes en los concursos, pues todos se esfuerzan, e incluso desisten de participar si no pueden obtener el máximo puntaje posible en cada uno de los criterios establecidos en los términos de referencia.
Esta situación se ha querido resolver mediante el fomento a la participación de Pymes, empresas de origen nacional y la inclusión de personas en condición de discapacidad en las nóminas de los oferentes, y el azar, últimas dos condiciones que, definitivamente, desvirtúan la objetividad y dejan al azar una decisión que debe tener la mayor racionalidad por tratarse, como se indicó, de un trabajo eminentemente intelectual donde la calidad, formación y experiencia de quienes participan en los equipos de trabajo deben ser definitivas en la escogencia, y hoy se ha tomado el camino fácil de no evaluar sus hojas de vida y dejar que sea la suerte la que defina quien desarrolla un estudio o quién ejerce el control de una obra, lo cual es inaceptable.
Debemos regresar a los verdaderos ‘Concursos de Méritos’, con mayúscula, en donde prima la experticia y el conocimiento de la empresa y del equipo técnico respectivamente, y no continuar permitiendo la equivocada aplicación de una norma que busca premiar la vinculación de personas en condición de discapacidad, que en muchas ocasiones no están vinculadas al proyecto y mucho menos a que volvamos a observar interventorías como la de la navegabilidad del Río Magdalena o la de la construcción del Puente Pumarejo, las cuales se escogieron con una balota, desconociendo la esencia del concurso, que son los méritos y no la suerte.
Consideramos pertinente reiterar, desde la Sociedad Colombiana de Ingenieros en nuestra condición de Cuerpo Consultivo del Gobierno Nacional, por mandato legal, desde 1904 que la consultoría, dentro de la que se encuentra la interventoría, es un servicio, con preponderancia del trabajo intelectual y no un producto que se pueda entregar en serie al mejor estilo de una fábrica, y por ello no es posible que se pretendan conseguir ‘economías de escala’ con el ‘empaquetamiento’ que hace imposible desde la génesis del negocio jurídico, el desarrollo de un trabajo profesional y eficiente, pues al desconocer los detalles del proyecto, hace imposible asignar adecuadamente los recursos para prestar un servicio que asegure una correcta inversión pública.
Teniendo en cuenta lo expuesto, considera la Sociedad Colombiana de Ingenieros, que las denominadas ‘Fábricas de Interventoría’ utilizadas desde hace varios meses por Fonade, no solo tienen un desafortunado nombre, sino que desconocen la esencia de la interventoría, por ello se debe redefinir su concepción pues la eventual ‘comodidad’ o ‘celeridad’ para la entidad no puede comprometer ni desconocer la necesidad de obtener un servicio donde prima el intelecto.
La pregunta inicial tiene solo una respuesta la consultoría en ingeniería, es un servicio especializado que no puede dejarse al azar ni producirse en serie.
Presidenta Sociedad Colombiana de Ingenieros.