Ikea, próxima a llegar Colombia, es la multinacional de productos para el hogar más grande del mundo. Con cerca de 500 establecimientos repartidos en 49 países a lo largo y ancho del mundo, la empresa se ha consolidado como la líder en el segmento.
No obstante, detrás del éxito de la compañía sueca hay una historia de dificultades, esfuerzos e, incluso, polémica por vínculos con el nacionalsocialismo alemán de su fundador, Ingvar Kamprad.
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El fundador de Ikea nació el 30 de marzo de 1926 en Pjätteryds, Suecia y vivió gran parte de su infancia en una granja familiar aledaña al pueblo de Agunnaryd, en la provincia de Småland y, desde los cinco años, ya mostraba su faceta emprendedora, pues le vendía fósforos a sus vecinos.
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A los 17 años, gracias a un dinero que su padre le obsequió por su buen desempeño escolar, fundó Ikea en el año 1943.
Siguiendo al pie de la letra el modelo de negocio de vender al detal, Ingvar compró numerosos artículos como relojes, carteras, bolígrafos, marcos y demás productos que estaban por fuera de la esencia de la marca, tal como es en la actualidad. Según información de Ikea, no fue sino hasta 1948 que la empresa amplió su catálogo de ventas y comenzó a comercializar muebles; en 1951 hizo su primer catálogo y en 1953 realizó su primera exposición de productos.
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Desde un principio, Ingvar fue consciente, que estaba en un mercado voraz, lo que lo motivó a buscar un factor que hiciera que Ikea resaltar sobre el resto; cosa que le resultó, pues mientras algunos productos mentían sobre la calidad de los productos a la venta para mantener precios bajos y competitivos, Ikea trabajaba con los mejores insumos y un bien volumen de mercado que no sacrificaba la calidad.
Dicha fortaleza fue la punta de la lanza que la compañía utilizó en el número de 1948-1949 del folleto ‘ikéa-nytt’. Allí, la empresa mencionó que sus precios bajos eran “posibles gracias al gran volumen de ventas, la entrega directa desde la fábrica y los gastos generales muy bajos”, quitando del camino cualquier tipo de duda respecto a la calidad de los insumos.
Dicha valorización del servicio y el éxito de sus estrategias tuvo varias críticas y el rechazo de los integrantes del sector de vendedores de muebles en Suecia. A estos, en aquel entonces, significaron un gran inconveniente para Ingvar, esto debido a que presionaron a fabricantes para cancelar la cadena de suministros para Ikea.
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Más allá de los efectos, dicho entorno hostil contribuyó a que la compañía fuese autosuficiente en cuanto a producción, diseño y fabricación de sus propios muebles. Adicionalmente, marcó el inicio de su crecimiento con la apertura de más puntos de venta y la adquisición de insumos.
Gracias a todos estos cambios, los factores que establecieron la imagen que tiene Ikea en la actualidad fueron los altos costos de los insumos y la producción. Esto generó que, en 1953, Ikea decidiera implementar el modelo de envío de muebles planos, los cuales ocupan menos espacio en la carga y son más sencillos de armar. Pese a que no era muy utilizado, para la compañía fue todo un éxito y fue ganando popularidad paulatinamente.
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Entre los años 1950 y 1959, Ikea amplió sus operaciones en Suecia; en los años sesenta se expandió a sus países vecinos (Dinamarca y Noruega); en los setenta llegó a Australia, Austria, Canadá, Alemania, Canadá, Hong Kong, Japón, Países Bajos, Singapur, Suiza, entre otras naciones y, finalmente, para 1980, Ingvar implementó el sistema de franquicias, que fue el ‘boom’ para tener presencia en múltiples mercado en el mundo.
En el año 1986, el fundador de Ikea le dio la batuta de la empresa a sus hijos, delegándoles diferentes funciones, a la vez que asumió el cargo de asesor. Había dejado su legado y, pese a que todo parecía marchar ‘viento en popa’, en 1994, la periodista sueca Elisabeth Asbrink reveló los vínculos de Kamprad con el nacionalsocialismo alemán.
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Dicha investigación arrojó que Ingvar no solo perteneció al partido liderado por Adolf Hitler, sino que desarrolló varias actividades dentro de este, como el reclutamiento de nuevos miembros, hasta el punto de que el servicio de seguridad sueco le puso los ojos encima.
El empresario, ante esto, se justificó diciendo que su abuela era ferviente admiradora del alemán, lo cual influyó en su forma de pensar cuando era joven. Además, reconoció que fue “el mayor error de su vida” y pidió disculpas a los trabajadores de su empresa. Este fue, en realidad, el primer gran escándalo en su carrera empresarial.
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Luego de aquel episodio, el fundador de Ikea se mantuvo alejado de la esfera pública hasta que la compañía anunció su fallecimiento el 27 de enero de 2018.
“Falleció en calma en su casa”, ubicada en Liatorp, Suecia, aseguró la empresa.
Tenía 91 años de edad y su muerte fue a causa de inanición y deshidratación.
PORTAFOLIO
Con información de EL TIEMPO