El Politécnico Grancolombiano ha puesto en marcha distintas estrategias para garantizar la permanencia de sus estudiantes ante la crisis económica y se prepara para hacer lo mismo en 2021, cuando inicie la alternancia. El rector de la institución, Carlos Bernardo Carreño, quien hace poco asumió el cargo , explica la coyuntura y el futuro de la educación superior ahora que la virtualidad domina en las actividades académicas.
(La educación virtual del país mejora su calificación).
¿Cómo se ha reflejado la crisis en la institución?
El Politécnico terminó el 2019 con 53.000 estudiantes. De ese total, unos 43.400 están en virtual y el resto está en la modalidad presencial. Cuando uno ve que el 80% de los estudiantes están online, pues la pandemia no les afectó las clases. Pero en lo que sí se sintieron golpeados fue en la parte económica como le pasó al resto de los colombianos. Parte de los gastos que se recortan son los de educación y eso se notó.
¿Cómo van este año?
Cuando empezó a anunciarse la pandemia nuestro objetivo era llegar ligeramente a los datos del año pasado. Todos creímos que era de unas semanas, pero vamos en nueve meses y las perspectivas no son las mejores, porque la predicción más optimista dice que por ahí en el segundo semestre del 2021 vamos a ver la vacuna si a países como Colombia les va bien. Sin embargo, el cansancio por el confinamiento ha llevado a que la gente esté dispuesta a convivir con el virus y esto se traduce en distanciamiento social, lavado de manos y uso de tapabocas. Ese comportamiento lo hemos visto en los estudiantes y hay una posibilidad de llevar a cabo algún nivel de presencialidad que llamamos alternancia.
¿Ahora cuáles son las cifras?
Para este segundo semestre, los virtuales 43.000, mientras que los presenciales remotos son 7.500, eso da 50.500, lo que indica que nuestro déficit es de 1.500 frente al año anterior. Se ha sentido el impacto pero no nos ha ido mal.
¿Cómo lo han logrado?
Con un gran esfuerzo en becas y descuentos para facilitar la permanencia. Sumados, son $25.500 millones. Las becas representan casi $13.000 millones y eso quiere decir que apoyamos a quienes por razones económicas consideran el retiro, si cumplen criterios de desempeño académico.
¿Qué otras ayudas tienen?
Hicimos un fondo de $795 millones para otorgar un seguro de desempleo a las familias. El monto sirve para abonar a la matrícula. Suspendimos el cargo por pago extemporáneo y eso representa como $500 millones. Y donamos 77 computadores por $120 millones, y prestamos otros 60. Por último, regalamos 250 sim cards con conexión a 4G para que los estudiantes sin este servicio pudieran seguir. Esto nos costó unos $52 millones. Estos beneficios son para estudiantes en educación presencial remota que están en comunidades vulnerables. Lo que estamos pensando es que el año entrante va a ser muy similar y que el esfuerzo que haremos para el primer semestre puede estar entre $25.000 millones y $30.000 millones.
¿Quienes reciben educación presencial remota se han beneficiado de la experiencia virtual?
A nosotros nos cogió preparados porque llevamos 13 años apostándole a este tema de la virtualidad y tenemos grupos que se sientan a producir las clases en un formato adecuado. Sabíamos que el mundo iba para allá, con o sin pandemia. La presencial siempre queda y tiene un gran valor, pero se ha acelerado el proceso.
En la virtualidad las clases son diseñadas con ese lenguaje, con seguimiento y acompañamiento de los profesores. Desafortunadamente a algunas universidades les tocó improvisar y repetir en cámaras lo que estaban acostumbrados a hacer presencialmente. Esto nos da una ventaja frente a otras instituciones, pero nosotros preferimos ayudar a instituciones colegas para que saquen partido de la virtualidad.
¿Cómo se preparan para la alternancia?
Nos estamos preparando con las normas que se han fijado. Hicimos inversiones en infraestructura y en tecnología para cumplir las normas de bioseguridad. Estamos listos con el aforo mínimo del 20% en los salones y ese es el número que puede asistir a la institución, puede que no se llegue a ese nivel y lo respetaremos. Acabamos de terminar un edificio en el que invertimos cerca de $88.000 millones, y lo estábamos inaugurando cuando empezó la pandemia. Por un largo tiempo estará subutilizado pero no tenemos opción.
¿Qué piensa sobre el futuro de la educación superior? Hay inconformidad y piden trabajar más en habilidades.
Definitivamente la educación superior cambió con la pandemia para volverse virtual, un proceso que venía desde hace algún tiempo.
Además, si bien la gente está diciendo que la educación que está recibiendo no le sirve para enfrentar los retos profesionales y está reclamando, por ejemplo, un enfoque en habilidades, eso no hay que sobredimensionarlo. Son fundamentales y debemos educar alrededor de eso. Pero también, en distintas carreras sigue y seguirá cumpliendo un papel muy importante formarse en lo académico y en la parte conceptual, además de las habilidades.
Lo que sí obliga este cambio que viene reclamando, no los estudiantes sino la sociedad, es que nos sentemos y rediseñemos los programas. Eso lo estamos haciendo con bastante agresividad en el Politécnico.
Nuestros programas mezclan conocimientos y destrezas para que el estudiante tenga más cercanía con el mundo profesional que va a enfrentar. Esa malla curricular la vamos a tener que modificar porque el mundo lo va a imponer.
¿Y qué responder a quejas sobre los costos de la educación superior?
Las personas quieren ir a estudiar a la universidad para tener una |mejor vida y por eso se debe pensar en más acceso a la educación superior porque tiene un valor en las personas.
Creemos que la educación virtual que masifica realmente la educación debe jugar un papel protagónico. Ahí no nos podemos equivocar. La misma masificación de la educación hace que los costos no sean tan prohibitivos.