La generación de energía eléctrica y la producción de etanol, fertilizantes, materias primas para papel, incluso la ceba de ganados y la siembra de cereales y palma aceitera, hacen parte de los nuevos negocios de los ingenios azucareros del país.
“Esta diversificación se explica por un estancamiento o crecimiento bajo (pero sostenido) de la demanda mundial de azúcar, el crecimiento mismo de algunos ingenios (como grupos empresariales) y los nuevos negocios que surgen de esta dinámica, especialmente en el beneficio de sus desechos y subproductos”, explicó un analista del sector.
La cogeneración de energía siempre se ha realizado para abastecer al ingenio con la electricidad que requiere. Sin embargo, desde finales de la década pasada se desarrollaron dos proyectos con generación eléctrica excedente.
No se avanzó más hasta hace dos años, cuando entraron en operación proyectos más ambiciosos, con mayor capacidad y con excedentes.
Actualmente, la capacidad de cogeneración es de 180 megavatios (MW) y una venta de excedentes de 53 MW. Esta se hace con bagazo y por lo tanto no se ha sustituido el azúcar.
Por su parte, la producción de etanol comenzó en octubre de 2005; para marzo de 2006 ya se tenía una capacidad instalada de 1,05 millones de litros diarios y hoy totaliza 1,25 millones. Con la producción del biocombustible se sustituyó 15 por ciento del azúcar que se producía para exportar.
Otro negocio es el uso del bagazo de la caña por parte de la industria papelera, cuyas ventas el año pasado superaron un millón de toneladas para fabricar papel; otro uso que ha tenido es en la fabricación de maderas aglomeradas.
En cuanto al azúcar, aunque no ha quedado atrás, se ha desarrollado la industria de azúcares blancos y refinados, lo mismo que nuevos productos para nichos de mercado, nuevos empaques, fortificaciones y azúcar orgánica y con sabores.
Fuera del valle del río Cauca, se desarrollan los proyectos de Veracruz, del ingenio Riopaila–Castilla, en la altillanura, y el de Santa Rosalía (Vichada), con 34.090 hectáreas sembradas de soya y palma, caucho y frutales.
Por su parte, Manuelita tiene en marcha un último proyecto: transformar los residuos de ingenio en fertilizantes ricos en nitrógeno; además, cultiva mejillones en Chile, palma aceitera en los llanos orientales y frutas, hortalizas y espárragos en Perú.
JUAN CARLOS DOMÍNGUEZ
REDACCIÓN DE ECONOMÍA Y NEGOCIOS