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Empresas

30 may 2012 - 11:34 p. m.

Raíces y alas de la gerencia

En la administración de las empresas, hoy se requiere manejar bien no solo los elementos tradicionales de la gestión, sino desarrollar nuevas capacidades.

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Una compañía bien administrada cuida el presente y el futuro para todos los grupos de interés de la empresa: sus dueños, empleados, clientes y la sociedad en la que se desempeña.

Para ello, se necesitan fundamentos y raíces sobre las cuales se construyen las bases que proveen las alas para crecer, avanzar y mejorar.

Hoy se requiere manejar bien no solo elementos tradicionales de gestión, sino nuevas capacidades, requeridas para desenvolverse de manera adecuada en un mundo en constante cambio.

Dentro de los esquemas tradicionales de buena gestión es indispensable contar con ventas, caja y velocidad. Una compañía sin ventas no es viable.

Es increíble ver cómo muchos proyectos de emprendimiento contemplan modelos de negocio, diseño de cadenas de suministro y planes de mercado sofisticados, pero fallan en explicar de manera convincente cómo se van a conseguir los clientes con su respectiva facturación.

En segundo lugar, es bien conocido el hecho que las empresas se quiebran no solo por falta de ventas, sino por el manejo inadecuado de su caja.

Para ello, la clave es contar con velocidad en la rotación de inventarios, entrega de proyectos y recuperación de cartera. Sin ello, una empresa no es viable.

La realidad de los negocios, donde en un instante los mercados se amplían o se abren y cambian las necesidades y los gustos de los consumidores, obliga a las empresas a desarrollar habilidades para anticiparse a esos cambios y asegurar su vigencia y longevidad.

Para ello se requiere contar con la capacidad clara de agilizar el tiempo de salida al mercado de nuevas ofertas y productos y la capacidad para innovar y romper paradigmas.

Agilizar el tiempo de salida al mercado es indispensable en un mundo donde es necesario responder a iniciativas de competidores cada vez más ágiles e más innovadores.

Las nuevas tecnologías disponibles hoy permiten a las empresas interactuar más rápido con sus clientes, identificar nuevas tendencias y agilizar la capacidad de colaboración no solo dentro de sí mismas, sino también con sus proveedores y socios de negocios.

Nuevas tecnologías como la computación en la nube y nuevas herramientas de colaboración y racionalización de procesos permiten a empresas de cualquier tamaño y cualquier lugar responder más rápido a los cambios de sus mercados y al mismo tiempo reducir la necesidad de incurrir en onerosos gastos de capital.

Un elemento diferenciador es la capacidad de innovar de acuerdo con los gustos y necesidades cambiantes en el mercado. Es bien conocido que hay dos tipos de innovación: la incremental y la disruptiva.

La primera es la que logra que productos existentes presten sus servicios de manera más ágil y a menor costo. La segunda es la que cambia industrias y rompe esquemas.

Esta última por lo general no surge de las empresas tradicionales y establecidas; ya que ellas empeñan buena parte de sus esfuerzos en cuidar a sus mejores clientes.

Es por ello que grandes cambios, los que sacuden la manera como trabajamos, nos comunicamos o entretenemos, surgen muchas veces de ilustres desconocidos que luego alcanzan el estrellato.

Empresas como Microsoft, Facebook, Cisco, Servientrega o Surtifruver, hoy claramente establecidas y posicionadas, fueron quienes en sus comienzos trajeron cambios disruptivos a sus mercados, adelantándose claramente a las empresas tradicionales del momento.

Ejemplos como los anteriores son los que nos llevan a comprobar cómo empresas que hace unas pocas décadas lideraban industrias y economías hoy son simplemente un recuerdo.

Tuvieron su momento, pero no supieron anticipar ni ajustarse al cambio.

Es por ello que una empresa bien administrada no solo debe aceptar el cambio, por el contrario, debe causarlo y buscarlo permanentemente.

Esto requiere una cultura especial, que puede adoptarse de manera sistemática en cualquier empresa, siempre y cuando haya disposición para abandonar paradigmas.

Dichas firmas requieren líderes que muestren el camino e impulsen a sus seguidores a romper esquemas, anticiparse y entender que aunque el cambio usualmente es doloroso, su contraparte, la decadencia, es definitivamente menos atractiva. Cambiar es buen negocio.

Juan Manuel Mogollón Canal.
Vicepresidente de desarrollo de negocios de Avanxo.

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