La Cámara textil de la Andi pareciera no estar contenta con los resultados que ha tenido sobre la cadena el arancel específico impuesto para las confecciones, que ha contrarrestado efectivamente la subfacturación y contrabando técnico de prendas.
Este arancel fue refrendado por los ‘grandes importadores’ del país, entendiendo que no se trata de una protección a la industria, sino de una medida necesaria en contra de la competencia desleal que también los afecta. Con todo, la Andi solicita aumentar los aranceles a los insumos de la confección –hilos y telas– vía una salvaguardia.
La Andi desinforma en cuanto a la situación existente, y al mínimo peso relativo en la economía de estos dos eslabones –hilandería y tejeduría–, medidos en términos de valor agregado y generación de empleo.
Según el Estudio ‘Impacto socioeconómico del sector textil, confección y moda en la economía nacional’, preparado con cifras Dane del 2010 por la Universidad de los Andes, se demuestra que la confección genera el 85 por ciento del valor agregado de todo el sector industrial hilos- textil-confección y alrededor del 90 por ciento de toda la mano de obra empleada por esta industria.
En particular, el comentado aumento en la importación de telas en lo que va corrido del año “las importaciones de telas han pasado de 28.000 a 40.000 toneladas, es decir, un crecimiento del 42,5 por ciento”, se interpreta como un hecho negativo, cuando en realidad es todo lo contrario. Lo anterior se traduce en muchísima más mano de obra nacional empleada en la confección, y de ninguna manera como un mal indicador como se pretende mostrar. La lectura correcta es que se ‘aumentó la demanda de textiles por parte de la industria de confecciones’, ya que las fábricas nacionales de hilos y telas también aumentaron sus ventas en un 16,6 por ciento en ese mismo lapso, según consta en la Encuesta Mensual Manufacturera del Dane del primer semestre del 2014.
Las empresas afiliadas a la Andi quieren desconocer la realidad. El arancel mixto ya les ha arrojado resultados positivos en sus estados financieros de este año. No obstante, parece que lo que se pretendiera es acabar con sus únicos clientes –léase confeccionistas–, con salvaguardias y aranceles mixtos a sus insumos (hilos y telas); mostrando una visión cortoplacista con el único objeto aparente de mejorar sus balances de fin de año, así al final del camino no tengan a quien venderle.
Lo propuesto por las empresas representadas por la Andi (Enka, Fabricato, Coltejer, Lafayette, Coats Cadena, Hilanderías Universal y Miratex), no ayudará para nada a resolver la problemática que manifiestan tener, sino todo lo contrario.
Ni las telas ni mucho menos los hilos impulsan al sector. Únicamente son las confecciones las que tienen la capacidad de impulsar a la totalidad de la industria (incluyendo hilos y telas).
Con respecto a la clara inconveniencia de las salvaguardias en la forma como fueron solicitadas por las empresas antes mencionadas, tenemos que en el universo arancelario hay un total de 491 subpartidas arancelarias de hilados y tejidos (productos similares a los que se solicita la protección), pero en su petición solicitan salvaguardia únicamente sobre 50 aproximadamente, lo que propiciará un contrabando técnico hacia las que no resulten afectadas.
Sobre el particular los casos abundan; para la muestra un botón: desde que se implementó el antidumping a las medias o calcetines, que por obvias razones dejó por fuera las medias para varices, el país súbitamente sufrió una pandemia de enfermedad de varices, donde las cifras de importación de estas medias medicadas aumentaron exponencialmente.
Es claro que a la Dian le queda prácticamente imposible el seguimiento de la medida al pie de la letra, con lo cual sus efectos serán totalmente adversos a lo que se busca, donde los únicos ganadores serán los contrabandistas técnicos en contra de los importadores legales que se abstendrán de traer estos insumos.
Adicional a lo anterior, y todavía más destacable, es el hecho que aumentaríamos injustificadamente el nivel de riesgo a asumir por la industria nacional de la confección, en favor de la misma industria en países con los cuales tenemos TLC o tratados vigentes, como Ecuador, que en el evento de la adopción de las medidas de salvaguardia de estos insumos, nos inundarán con prendas con origen en sus países que utilizan esos mismos insumos importados, ya que allá no tendrían que pagar los gravosos sobrecostos en los hilados y las telas que implicarían la adopción de dichas medidas en la forma solicitada por la Andi y por el contrario, tendrían que asumir los confeccionistas nacionales.
Es por tanto necesario que el Gobierno le garantice a todo el sector condiciones mínimas para poder competir, mediante el libre acceso a materias primas, como hilos y telas, a los mejores precios de mercado internacional y sin intervención estatal alguna, dado que cualquier sobrecosto en estos insumos no es posible trasladárselo al consumidor final.
Carolina Blackburn