Durante años, mientras China ha gastado mucho en América Latina, Colombia –el aliado regional más cercano de Washington– se ha destacado como uno de los principales países con la menor inversión china. Eso está cambiando y rápido.
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En los últimos meses, compañías chinas han llegado a acuerdos para la primera línea de metro de Bogotá, un ferrocarril que conectará con ciudades vecinas y una minera de oro, cuya inversión total es superior a la alcanzada en los últimos 15 años, según el rastreador de inversiones chinas del American Enterprise Institute.
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Los vínculos de Colombia con Estados Unidos, especialmente después del lanzamiento en el año 2000 del programa antinarcóticos Plan Colombia, han mantenido al país atento hacia el norte. Pero dado que la era Trump ha puesto en tela de juicio la fiabilidad de EE.UU., Colombia esta “diversificando sus relaciones”, según Margaret Myers, directora del Programa Asia y América Latina del Dialogo Interamericano.
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“Hace varios años existía preocupación por enfadar a EE. UU. al involucrarse más ampliamente con China”, dijo Myers. “Pero sin duda, Estados Unidos no ha sido el mismo socio confiable y estable bajo el liderazgo actual del que era antes. No ha hecho nada por nosotros”.
Aunque presidente colombiano, Iván Duque, es profundamente pro estadounidense y se asoció con Washington para aislar al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, el presidente Donald Trump lo criticó en marzo del año pasado por no poder frenar el tráfico de cocaína.
Trump dijo que Duque “no ha hecho nada por nosotros” y amenazó con “descertificar” a Colombia como socio en la guerra contra las drogas. Eso lo uniría a Venezuela, lo que significa que EE. UU. pondría fin a la mayoría de la ayuda económica y votaría automáticamente contra préstamos colombianos de organizaciones como el Banco Mundial.
La Casa Blanca dejó sin efecto esa amenaza, y durante una visita a Bogotá esta semana, el secretario de Estado, Mike Pompeo, dijo que EE. UU. valora la “importante amistad” con Colombia y que continuará priorizándola.
Sin embargo, los colombianos se preocupan por el futuro. En julio pasado, Duque visitó Pekín, donde el presidente Xi Jinping le aseguró que China respetaría el derecho de América Latina a elegir su propio camino de desarrollo. China, la segunda economía más grande del mundo, está en constante búsqueda de nuevos mercados y fuentes de recursos naturales, incluso cuando algunos de sus acuerdos han fracasado en países más pobres.
Pan Deng, secretario general del Centro de Estudios Latinoamericanos de Charhar Institute, en Pekín, dice que Colombia ha mejorado las condiciones para la inversión extranjera y que China está probando nuevos modelos uniéndose a consorcios con empresas extranjeras. China dice que no está tratando de competir con Washington por influencia política, solo quiere invertir.
‘NO ES UNA BATALLA GEOPOLÍTICA’
El jueves en Davos, se le preguntó a Duque en una entrevista con Bloomberg si estaba preocupado por la rivalidad. “No vemos esto como una batalla geopolítica”, respondió.
“Vemos esto como un llamado a la inversión internacional en el país.
El metro de Bogotá fue una licitación pública. Un consorcio chino se lo adjudico porque la suya fue la mejor oferta”. El ministro de Comercio, Industria y Turismo de Colombia, José Manuel Restrepo, indicó que su objetivo no es solo una mayor inversión china, sino también turistas y la venta de productos agrícolas colombianos en ese país.
Hay crecientes inversiones chinas en industrias colombianas más pequeñas, como hoteles e industrias de consumo, sostuvo David Mauricio Castrillón, profesor de la Universidad Externado de Colombia. Un servicio de transporte compartido, DiDi Chuxing Inc., comenzó a operar el año pasado.
“Colombia no implica solo aumentar el acceso a productos básicos esenciales para los consumidores chinos, sino también brindar nuevas oportunidades a las empresas chinas que, de otro modo, se estarían quedando sin posibilidades de construcción de infraestructura en China”, dijo Marczak.
En octubre, la estatal China Harbour Engineering Co. encabezó un grupo de compañías que se adjudicaron el contrato del metro de Bogotá, de más de US$4.000 millones.
Dos meses después, otro consorcio chino se adjudicó un contrato de US$1.100 millones para construir la línea ferroviaria. Y en diciembre, la china Zijin Mining Group Co. anunció que acordó comprar Continental Gold Inc. por US$1.000 millones, lo que le da el control del proyecto de oro Buriticá, en Colombia.
Mei Xinyu, investigador senior de la Academia China para el Comercio Internacional y la Cooperación Económica (CAITEC, por sus siglas en ingles), afiliado al Ministerio de Comercio, dice que China no esta tratando de alejar a Colombia de EE. UU. Necesita esa estabilidad inherente a esa relación.
“Las empresas chinas están en América Latina para hacer negocios, no para generar conflictos políticos”, sostuvo Mei.
“China quiere que los lugares en los que invierte tengan relaciones normales con Estados Unidos, especialmente si ya tienen vínculos muy estrechos. Un deterioro en las relaciones económicas y políticas entre ambos países afectaría las inversiones, especialmente con grandes proyectos de infraestructura”.