“Lo único seguro que hay en la vida es el cambio, nada es para siempre”, una premisa que es aplicable tanto para el campo de la vida cotidiana, como para el de los negocios y de las inversiones.
Que se transforme el entorno no es sinónimo de que algo sea malo, y aunque ingresar a un campo desconocido incluye varias dificultades, solo quedan dos opciones: el sufrimiento o la aceptación.
Elegir la segunda significa dejar todo para que las cosas vengan y se marchen los apegos, y es justamente de allí que se deriva el fundamento del portafolio IVY, una guía práctica para que cualquier inversor particular pueda aplicar como se hace en los famosos endowments de las universidades de Harvard y Yale.
Mebane T. Faber y Eric W. Richardson plantean la pregunta de si es posible encontrar en este mundo cambiante algo a lo que aferrarse para construir un portafolio de inversión que tenga validez de un día, mes o año, y la respuesta a la que llegan es que es posible, si se mira del lado correcto.
El éxito en rendimientos que han logrado dos de las universidades más prestigiosas del mundo puede darse también en las personas, se puede combinar el ámbito académico y del mundo real para manejar la cartera de activos.
Harvard, Yale y Princenton son ejemplos de como las contribuciones y una fuerte dotación pueden efecto en la Academia.
“Para ilustrar cómo sucede en una mala y las trabas que tienen, hay ejemplos como el de principios de los años 70 donde la Universidad de Rochester tenía la tercera dotación más grande de los Estados Unidos, después de la Universidad de Harvard y la de Texas, pero debido a unos malos resultados y a una pérdida del 40% ahora están en el puesto 39”.
Así, inicia la primera lección de los autores especialistas en cómo crear un portafolio IVY en donde se explican las diferencias de las dotaciones en el ámbito académico.
“La gestión eficaz de la dotación en una universidad necesita el equilibrio de los objetivos. Por un lado, la universidad requiere los ingresos inmediatos para apoyar la actual generación de académicos Y por otro, los gestores inversionistas deben tener en cuenta las necesidades de las generaciones venideras”, afirman los expertos.