Cuando, en el año 1987, la Organización Internacional para la Normalización (ISO) promulgó la serie de normas ISO 9000, insistió en que su finalidad estaba sustentada en dos grandes propósitos: lograr que los usuarios del modelo vieran un fuerte reconocimiento de su nombre y marca en el mercado, y que se lograra tener una serie de economías y eficiencias en su operación, gracias al control de sus procesos.
Es sencillo, entonces, deducir que si una compañía logra estos fines, será mucho más competitiva y tendrá una mayor probabilidad de continuidad de negocio exitoso. Igualmente, si un grupo importante de organizaciones en una región geográfica hicieran lo mismo, seguramente sería un gran impulsor del desarrollo económico de esa región.
Todo empezó muy bien, y por suerte, hoy, para algunas empresas sigue funcionando muy bien, pero infortunadamente para otras tantas la situación no es en lo absoluto envidiable. Una amplia fracción de las compañías alrededor del mundo, que han ajustado sus sistemas de gestión a modelos internacionales, como ISO 9001, ISO 14001 u Ohsas 18001, no han encontrado sus altos niveles de competitividad y seguridad, no han tenido realmente una clara contribución a la minimización del daño ambiental, ni tienen certeza de la contribución a la salud e integridad de su personal.
Este resultado indeseable obedece a múltiples factores, como la necesidad de tener un certificado y no un verdadero sistema de gestión de valor agregado, el plagio o simplemente la no comprensión de los beneficios reales que se pueden obtener a cambio de una promesa sin valor.
De este diagnóstico nació esta nueva corriente en torno de los sistemas de gestión, que se ha denominado Sistemas de Gestión Versión 2.0, la cual conserva los principios iniciales de las actuales normas de gestión, pero varía sustancialmente en las metodologías de implementación y evaluación.
En las etapas de implementación, habrá que buscar los objetivos más ambiciosos de la compañía; será necesario considerar al talento humano en su magnitud real, el compromiso no podrá ser un asunto de terceros, como tampoco será delegable la responsabilidad social de la organización.
Los sistemas de gestión van a requerir de una metodología confiable basada en estudios de riesgos, toma de decisiones apoyadas en información analizada, enfoque preventivo y eficacia lograda y percibida.
La determinación está en cada quien. Resolver llevar a cuestas una serie de herramientas sin uso ni utilidad, so pretexto de una certificación, es una desafortunada decisión; en cambio, usar las instrumentos en beneficio propio para aumentar la competitividad, la capacidad de continuidad de negocio, la conservación ambiental, la seguridad, el respeto por el trabajo y la salud, es una decisión con una racionalidad más lógica y consistente con las necesidades de las organizaciones, el planeta y nuestra especie.
Alberto Guevara Valencia
Gerente de Certificación de Cotecna