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Alberto Schelesinger Vélez

Suma de debilidades

Alberto Schelesinger Vélez
POR:
Alberto Schelesinger Vélez
abril 16 de 2013
2013-04-16 04:31 a. m.
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El resultado de las elecciones presidenciales en Venezuela del pasado domingo estaba cantado. Lo que sí es novedoso es el margen mínimo por el cual permitieron que Maduro ganara. Y digo, permitieron, porque este siempre ha sido un resultado controlado por el Gobierno. Debió ser bastante amplio el margen de Capriles para que solo les alcanzara para una diferencia de tan solo un punto y medio porcentual a favor de Maduro.

El proceso electoral democrático en Venezuela no existe y nunca ha existido. A pesar del permanente escándalo con el que manifiestan a los cuatro vientos que es el más avanzado, imparcial y seguro del mundo, y que la democracia venezolana es la más transparente del planeta, es precisamente todo lo contrario. Como buen régimen populista de izquierda, tratan de disfrazar la verdad mediante slogans que nos hacen recordar el uso desvergonzado de la palabra democrática en todos los satélites comunistas, del cual fue típico ejemplo la República Democrática Alemana.

Y es que no podía ser de otra forma. El hecho de que el rector del Poder Electoral esté compuesto de cuatro, de cinco, miembros, por militantes de primera línea del chavismo, así lo confirma. Pero, además, durante estos catorce años las muestras que ha dado de su dependencia absoluta del régimen son innumerables.

El otro factor novedoso fue la respuesta del candidato Capriles de no reconocer el resultado hasta que no se contabilicen los votos emitidos. Actitud valerosa y muy diferente a la de todos los comicios anteriores en los que el candidato de la oposición, de forma inmediata y sumisa, bajaba la cabeza ante el atropello, con un efecto devastador en los electores.

De todas maneras, el que Maduro haya aceptado el recuento,de la forma rápida y fácil como lo hizo, elimina cualquier posibilidad de que con ello se llegue a la verdad. El régimen controla las cajas donde están los votos y las máquinas de votación. Y, sin duda alguna, ante una diferencia tan menguada, esta posibilidad ya estaba prevista por el sistema chavista. Luego, no nos hagamos muchas ilusiones al respecto. El próximo lunes lo posesionan y los gobiernos le darán su aceptación, y el famoso conteo se hará cuando y como al régimen le plazca.

La única esperanza radica en la debilidad intrínseca de Maduro y el régimen, derivada de su incapacidad insuperable y de la magnitud enorme de los problemas económicos y sociales que debe solucionar. A ello se le suma el debilitamiento en materia de legitimidad y representación, derivado de la forma como lo impusieron a raíz de la muerte de Chávez y de los resultados a su favor con tan solo un 50,6 por ciento de los votos.

En de este escenario, si Maduro termina el año en la Presidencia, será un milagro. A la espera, agazapado, está Diosdado o algún grupo de militares que quieran salir de la cúpula civil y militar, evidentemente desgastada por la corrupción y la incapacidad, para negociar desde el poder, legitimando sus intereses económicos, limpiando el expediente y manteniendo la tutela, las prerrogativas y su fuerza desde los cuarteles, como siempre lo han hecho.

Alberto Schlesinger Vélez

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