DOMINGO, 03 DE DICIEMBRE DE 2023

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Mario Hernández Zambrano

Más allá de la tal regla fiscal

El problema de la economía es que el gobierno de Petro perdió la confianza y eso lleva a una parálisis de inversión y la demanda. Lo demás es carreta.

Mario Hernández Zambrano
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Mario Hernández Zambrano

Hay temas, que por más que se quiera complicar su explicación, esta se cae de su peso o resultan ser una simple introducción al Perogrullo, (en realidad el cómico Pedro Grullo), quien afirmaba que “a la mano cerrada se le llama puño” o que “ha amanecido porque es de día”.

Explicar el tránsito de un aumento de la riqueza nacional de 12% al cierre del gobierno de Iván Duque a mediados del año pasado y a un negativo, 15 meses después, en manos de Petro, no puede ser calificado sino como un desastre y no tiene como responsable sino este gobierno, dado que no han ocurrido hechos extraordinarios como una pandemia o una crisis financiera internacional como la de finales de los noventas, únicos momentos que registran en la historia moderna del país cifras malas comparables con la de ahora.

Así, no asumir la responsabilidad como gobernante y culpar a sus antecesores es cuento o filosofía barata que nadie cree y agudizar el daño más grande que le ha traído el pregonero del cambio, que es haber perdido la confianza de los ciudadanos. Y eso es lo más grave que le puede pasar a un gobernante.

Y a renglón seguido, la narrativa para salir del problema es la de que el gobierno debe gastar más plata, sacándola de más crédito o refinanciando la deuda, que es el embeleco distractor de la llamada regla fiscal.

Torpe e ingenuo, porque es sencillamente aplazar una obligación, que resulta más cara luego y de todas formas hay que cumplir el pago.

Pero la torpeza va más allá. Todavía hay quienes creen que los recursos públicos son generados por el gobierno y que se pueden destinar libremente y sin límite. Que mentira más grande: el Estado no genera ni un peso de la riqueza de un país, sino son sus fuerzas productivas, empresas y trabajadores.

Los funcionarios públicos se necesitan, pero son zánganos desde el punto de vista productivo. Solo gastan y no es error pedirles que gasten bien o no se roben la plata, dinero que no es del gobierno sino de los contribuyentes, desde el camionero o taxista que pagan el combustible, la familia que paga el IVA por lo que consume o las empresas y personas que pagan sus impuestos.

Por eso resulta inadmisible que el presidente del cambio diga ahora que la reactivación de la economía se va a hacer con gasto público en una visión arcaica o comprobada que a la final resulta peor el remedio a la enfermedad.

Las carreteras y la infraestructura importantes las hacen las empresas privadas y la vivienda la hace los constructores y no el burocratizado Fondo Nacional de Ahorro que se demora seis meses o más para estudiar los títulos de una propiedad y desembolsar un préstamo.

Que hay que bajar la inflación que llevó a la subida de las tasas de interés es cierto, pero para ello hay que parar el aumento de la gasolina, sobre lo cual el gobierno tiene margen de maniobra para tapar un supuesto déficit para consigo mismo, otra discusión que va siendo hora de hacer.

El principal problema de la economía nacional es que el gobierno de Petro perdió la confianza y eso ha llevado a una parálisis de inversión y la demanda de la gente. Lo demás es carreta.


Mario Hernández
Empresario exportador.

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