La proliferación de noticias falsas en las redes sociales y la internet se está convirtiendo en una epidemia global que amenaza los procesos electorales, la democracia y la reputación de individuos y organizaciones.
No hace falta sino ver el impacto que tuvo la desinformación en la campaña electoral de Estados Unidos y la del plebiscito en Colombia. La publicación de noticias falsas no es nada nuevo, pero está fuera de control, impulsada por la velocidad con que viaja la información por internet, la adopción masiva de los teléfonos móviles y cambios culturales como la adicción de los jóvenes –y mayores– a reenviar por chat o redes sociales mensajes chistosos y cínicos, basados en tergiversaciones y datos falsos.
Drew Faust, presidenta de la Universidad de Harvard, alertó el martes que los “hechos” son la base del progreso humano y que su erosión requiere atención urgente. En respuesta, la Fundación Nieman de esa universidad convocó, para febrero, la conferencia ‘MisinfoCon’, un espacio nuevo para combatir la desinformación a través del buen periodismo. Facebook y Google, dos de los canales que han multiplicado el problema sin intención, ya anunciaron medidas para combatir esta epidemia.
Facebook ahora permite a sus usuarios marcar las noticias falsas y lanzó el ‘Proyecto de Periodismo de Facebook’, el cual promoverá que los artículos reportados por los usuarios sean chequeados por verificadores independientes de la International Fact Checking Network (IFCN), como Correctiv en Alemania, en asocio con medios de reputación como El País de España.
En pocas palabras, Facebook ha aceptado que los medios tradicionales, que invierten importantes recursos en la generación de contenidos veraces, son un aliado imprescindible para la sostenibilidad de su negocio y para no ser tildados como enemigos de la democracia.
Google, por su parte, ha comenzado a prohibir a ciertos anunciantes de su red de Adsense y a penalizar a los sitios que engañan a los usuarios aparentando ser medios de comunicación.
Pero, ¿qué estamos haciendo en Colombia al respecto ColombiaCheck, un sitio web de verificación que lanzó hace 7 meses la organización Consejo de Redacción, con apoyo de la Open Society Foundations, está haciendo un trabajo juicioso y valioso. Antes del plebiscito alcanzó a chequear 30 rumores sobre el proceso de paz. La Silla Vacía, a través de su Detector de Mentiras y el nuevo Detector de Whatsapp, también está liderando en este espacio.
Pero sorprende y preocupa que ninguno de los grandes medios colombianos ha tomado el liderazgo por combatir la desinformación, pese a la gravedad de la situación. Deberían aliarse con ColombiaCheck, Facebook, Google y la red IFCN.
Estamos dormidos. Lo que pasó en el plebiscito es apenas el abrebocas. Se vienen unas elecciones extremadamente sucias en Colombia, en un momento crítico en la historia del país, en el cual no podemos equivocarnos en la elección del próximo presidente. Estamos a la merced de la malvada imaginación de las campañas, de trolls y de colombianos para quienes la propagación de mensajes no basados en hechos verificados es más importante que la veracidad.
Fabio Posada, director de ColombiaCheck, advierte que va a haber una guerra sucia. “Va a haber una gran lucha a través de rumores y de noticias falsas”, me dijo en una entrevista.
¿Qué vamos a hacer para ponerle freno a esta avalancha digital del mal?
Andrés Cavelier
Consultor en comunicaciones
@acavelier
Opinión
Guerra a las noticias falsas
La proliferación de noticias falsas en las redes sociales y la internet se está convirtiendo en una epidemia global.
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Andrés Cavelier
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