La junta directiva del Banco de la República redujo su estimativo de crecimiento al intervalo entre el 3 y el 5 por ciento para el 2012.
El Emisor justifica la rebaja de sus proyecciones y la amplitud de este rango por la incertidumbre internacional, su impacto local y el escepticismo asociado con la “recuperación de las obras civiles y la superación de algunos choques de oferta negativos que están afectando los sectores industrial y minero”.
La contracción europea, la pérdida de dinamismo de China, India y Brasil, y el debilitamiento de la economía norteamericana observados durante el segundo trimestre del año, confirman los peligros que se ciernen sobre la economía mundial.
Colombia no puede sustraerse al adverso impacto del deteriorado entorno global sobre los términos de intercambio y la demanda agregada, ambos vinculados con la caída de los precios de nuestras exportaciones.
Sin embargo, el actual debilitamiento de la economía nacional puede responder en mayor grado a la carencia de ejecución de los recursos públicos –que obstaculiza el gasto del Gobierno– y al estrangulamiento de oferta que a la situación internacional.
El ministro de Hacienda, Juan Carlos Echeverry, nos ha dejado saber que la ineficiencia estatal obedece a la falta de gerencia y no de plata.
En el reportaje del domingo pasado, concedido a Yamit Amat, en el diario El Tiempo, Echeverry confirma que “hay sitios donde necesitamos diablo rojo para destapar la tubería de trabas y trabas”, y confirma que tiene “24 billones de pesos para girar y pagar”.
Esta cifra equivale al 64 por ciento del presupuesto de inversión programado para este año, recursos que permanecen ociosos en títulos de Tesorería del Emisor en lugar de apalancar la prosperidad nacional.
¿Cómo puede crecer un país cuyas obras civiles y de ingeniería caen 8,1 por ciento en el primer trimestre del 2012 respecto al 2011, periodo en el que igualmente se derrumbaron 7,8 por ciento?
Varios analistas coinciden en que la revaluación de la tasa de cambio, las altas tasas reales de interés, el incremento de la competencia internacional derivada de la reforma arancelaria del 2011 y los costos inherentes al retraso de la infraestructura nacional –que encarecen en 55 por ciento nuestras operaciones de comercio exterior y frenan la competitividad–, explican el desplome de 24 sectores industriales –de 43– que decrecieron de enero a mayo. La minería –Ecopetrol incluida– también bajó el ritmo en el primer semestre del 2012 por el incremento del 253 por ciento en los ataques terroristas contra la infraestructura petrolera, las explotaciones ilegales y la demora en la expedición de licencias ambientales.
Por ahora, no hay recesión, solo desaceleración anticipada.
Andrés Espinosa Fenwarth
CEO de Inverdies