La tasa de cambio es, o debería ser, una de las principales preocupaciones de los banqueros centrales en economías abiertas, independiente de su tamaño. En los últimos tiempos, y en particular desde julio del 2014, el dólar se ha apreciado 15 por ciento con relación a las principales monedas de reserva, por lo cual el panorama económico mundial viró sustancialmente.
En opinión de Stanley Fischer, vicepresidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, la revaluación de dólar se explica por dos razones.
La primera tiene que ver con el comportamiento de la economía estadounidense, especialmente fuerte en materia de empleo y bajo nivel de inflación, en comparación con el frágil crecimiento de las otras economías globales. Pese a que Europa y Japón muestran alguna mejoría, el crecimiento de la demanda es todavía muy débil. Dado que China representa una tercera parte del crecimiento del PIB global, el deterioro de su economía impacta adversamente a todo el planeta, especialmente a las economías emergentes.
La política monetaria expansiva de los bancos centrales de las economías de la zona euro y Japón se ha traducido en una baja relativa de las tasas de interés de sus mercados, respecto de las tasas de interés en EE. UU., diferencial que incentiva a los inversionistas a modificar sus portafolios a favor de activos denominados en dólares.
El segundo elemento que explica el fortalecimiento del dólar es el aumento de la aversión al riesgo. Actualmente, los inversionistas institucionales tienden a preferir el manejo de la Reserva Federal y la seguridad, la estabilidad y la liquidez inherentes a las transacciones en dólares.
Puesto que las expectativas del mercado laboral de EE. UU. para el mes de marzo son favorables, se fortalecen las perspectivas para una mayor apreciación del dólar. El presidente de la Reserva Federal de St. Louis, James Bullard, manifestó el 23 de marzo, que se despejaba el camino para una nueva alza de las tasas de interés en el mes de abril. En este escenario, los mecanismos que impulsan la apreciación del dólar –el diferencial de tasas de interés y la intolerancia al riesgo– podrían acrecentar la apreciación del dólar.
En Colombia, el acelerado proceso de devaluación del 85 por ciento del peso observado desde julio del 2014 acarició temporalmente el nivel de 3.434 pesos por dólar a mediados del mes pasado. Desde entonces, la tasa de cambio cayó a 3.047 pesos por dólar, equivalente al 11 por ciento de revaluación, calculada hasta el 29 de marzo. Este fenómeno, que pronto romperá el piso de los 3.000 pesos por dólar, se explica por la monetización de la venta de Isagen, los recientes desembolsos de endeudamiento externo del Gobierno y de los contratistas de las 4G, que han abaratado temporalmente el precio del dólar en Colombia.
Más temprano que tarde, el dólar retomará su sendero alcista hacia la banda de 3.500 a 4.000 pesos por dólar.
Andrés Espinosa Fenwarth
CEO de Inverdies
andresespinosa@inver10.co
Ilusión monetaria del dólar barato
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