Que Evo Morales haya logrado permanecer en el cargo casi 14 años continuos contrasta con la tradicional inestabilidad política de Bolivia, país que ha tenido 195 golpes de Estado desde su independencia en 1825.
Es notable que sea el primer presidente indígena quien logra un nivel de crecimiento elogiado por el FMI y por el Banco Mundial, y un gran mejoramiento social, al reducir a la mitad la pobreza e incluir a indígenas y mujeres en el Gobierno. Pero la confrontación histórica entre los indígenas del altiplano y la élite blanca y el empresariado de Santa Cruz sigue viva.
La gestión de Morales dejó vías de comunicación, especialmente carreteras y el cable aéreo ‘Mi teleférico’ que comunica al municipio de El Alto con La Paz. Hubo mejora en aeropuertos y muchos campos de futbol; pero no hubo similar dinámica en la consolidación de un sistema de salud. La pandemia evidenció esas falencias y a las compras de equipos y medicamentos bajo la presidenta interina Jeanine Áñez se les atribuyen sobrecostos del 400%. En todo caso la informalidad se mantiene en niveles muy altos y la precarización laboral ha aumentado.
El factor determinante del auge fueron los precios internacionales, pues existían contratos de venta pactados con Brasil y Argentina cuando el valor del petróleo estaba entre 20 a 25 dólares el barril y entre 2010 - 2011 llegó hasta los 120 a 130 dólares.
Evo recibió el país con una deuda externa de US$2.000 millones, pues el BID y otros acreedores habían condonado sus acreencias. Al dejar el Gobierno, la deuda ascendía a US$12.000 millones, (alrededor del 50% del PIB), pues contrajo obligaciones con China de alrededor de US$7.000 para carreteras y minería.
Entre 2005-2015 aumentaron las reservas internacionales de 2.000 a 15.000 millones de dólares (casi el 50% del PIB) pero han vuelto a caer a 6 mil millones y hay criticas al hecho de que se emitieron decretos para permitir al Banco Central otorgar créditos con reservas para hacer inversión pública.
Bolivia tiene una de las mayores reservas de litio del mundo en el salar de Uyuni y se estima que podría generar hasta 500 millones de dólares, pero hasta ahora solo hay plantas piloto. Este proyecto debía iniciar en 2010 exportando 40 mil toneladas de carbonato de litio, pero se han vendido 40 toneladas. El gobierno de Evo entregó esa explotación a una empresa alemana por 70 años de vigencia, sin licitación, como ocurrió en muchos otros casos bajo su administración.
La quinua, abundante en Bolivia, podría generar altos ingresos, pero no se ha avanzado mucho en su exportación y, ademas, en Bolivia también hay ‘tierras raras’, pero no se venden.
El caudillismo de Evo le impidió planear un relevo ordenado e insistió en postularse a otra reelección, aún después de haber perdido el referéndum consultivo.
La postulación se basó en un concepto del Tribunal Constitucional, en el sentido de que “elegir y ser elegido es un derecho fundamental”. Evo contó con el apoyo de organizaciones sociales, pero se encontró con una reacción generalizada desde plataformas digitales, en las cuales no tenía dominio.
Cuando los jóvenes comenzaron a cerrar la vías con cintas (llamadas “tirillas”) Evo despectivamente respondió “¿creen que me van a enseñar a mí a hacer bloqueos?”; pero esta sencilla práctica se generalizó. Hubo serios indicios de fraude electoral identificados por una auditoría de la OEA avalada por la Unión Europea y, por ello, los militares le recomendaron a Evo renunciar, para frenar la ola de protestas y desmanes, lo que calificó como golpe de Estado.
Ahora el MAS lleva como candidato a la presidencia a Luis Alberto Arce Catacora y al indígena aimará David Choquehuanca para la vicepresidencia. Se enfrentarán al expresidente Carlos Mesa y al empresario de Santa Cruz Luis Fernando Camacho, quien lideró las protestas contra Evo por los cuestionados resultados de la fallida elección de 2019 y se paseaba con una biblia gigantesca y un rosario, reclamando el retorno del país a Dios.
El artículo 166 de la Constitución Política establece que serán elegidos presidente y vicepresidente quienes logren 50% más uno de los votos o el 40% de votos válidos con una diferencia de 10% sobre el segundo.
Tras el retiro de la contienda electoral de la presidente interina, Jeanine Áñez, las encuestas le otorgan 42,2% de intención de voto a Luis Arce del MAS, 33,1% al expresidente Carlos Mesa y 16,7% a Luis Fernando Camacho, y como es probable que estos dos últimos unan sus fuerzas en una eventual segunda vuelta, Arce perdería frente a Mesa (35% a 40-1%). Para el Senado, la encuesta muestra que el MAS lograría mayoría (20%) frente a 12% de Carlos Mesa y 4% del empresario Camacho, pero no logrará los dos tercios.
Con un nivel tan elevado de indecisos y como las encuestas no incluyen a los bolivianos en el exterior, es incierto el resultado final de la lección, pues la comunidad boliviana en Argentina es muy numerosa y mayormente favorable al MAS.
En Bolivia el voto es obligatorio y quien no lo haga queda inhabilitado por 90 días para realizar transacciones bancarias incluido el pago de servicios públicos, de modo que los indecisos votarán y ello puede traer sorpresas frente a las cifras de las encuestas reveladas.
Resulta claro que el MAS de Evo Morales superó fricciones internas y se mantiene unido, en tanto que la derecha ha estado dispersa; pero para la segunda vuelta los votantes se alinearán en los mismos campos históricos.
Beethoven Herrera Valencia
Profesor de universidades Nacional y Externado